Por: Michelle J. White, MD, MPH, FAAP
Los padres y cuidadores quieren que sus hogares sean lugares seguros y saludables para que los niños crezcan. Pero ¿qué sucede con los momentos en que nuestros hijos están fuera de casa? Los entornos tales como escuelas, parques, áreas de juego y edificios públicos, ¿también tienen un impacto en la salud de nuestros niños?
Décadas de investigación indican que la respuesta es sí. De hecho, estamos descubriendo cosas nuevas sobre el medio ambiente creado por el hombre y la salud infantil. Lo que estamos aprendiendo puede afectar a los niños a medida que crecen, pero también en su vida adulta.
La American Academy of Pediatrics (AAP)
recomienda formas en que las familias, los médicos y las comunidades pueden trabajar juntos para mejorar los espacios compartidos donde los niños viven, estudian, juegan y se relajan. Nuestro objetivo es esclarecer los problemas de salud en nuestras comunidades y los pasos necesarios para proteger a todos los niños.
¿Qué es el "ambiente construido"?
Incluso si sus hijos crecen cerca de bosques, llanuras, montañas o costas, es probable que pasen la mayor parte de su tiempo en espacios construidos por seres humanos. Los expertos que diseñan comunidades lo llaman el
ambiente construido (en inglés).
El ambiente construido incluye todo, desde nuestros hogares, escuelas, tiendas, bibliotecas y otras áreas públicas hasta espacios al aire libre tales como calles, parques y campos deportivos. También incluye sistemas de energía y agua que respaldan nuestros espacios compartidos, junto con carreteras, autopistas y otras redes de transporte que nos trasladan.
¿Qué puede ofrecer a los niños el diseño de una comunidad saludable?
La falta de tiempo al
aire libre es en sí mismo un problema de salud. Pero necesitamos pensar de manera más amplia sobre el mundo creado por el hombre en el que viven nuestros hijos. Podemos comenzar preguntándonos si el ambiente construido les brinda lo que necesitan para crecer y prosperar. Por ejemplo, esto significa que tengan acceso a:
Aire y
agua limpios
Espacios seguros para correr, jugar y pasar el rato con amigos
Formas de moverse que los mantengan activos
Estos beneficios saludables parecen tan básicos que es posible que los demos por sentado. Sin embargo, en muchas comunidades están fuera del alcance de los niños y adolescentes. Y si está pensando: "Eso no pasa donde vivimos nosotros", le recomendamos que continúe leyendo. La verdad es que los riesgos para la salud infantil pueden existir prácticamente en cualquier lugar, incluso en lugares que asumimos que son seguros, verdes y saludables.
¿De qué manera el ambiente construido ha aumentado los riesgos para la salud de los niños?
Durante los últimos 100 años, millones de estadounidenses se han mudado de las ciudades a los suburbios y áreas más distantes (a veces llamados "exurbios"). A partir de finales de los años 40 y principios de los 50, nuestro gobierno impulsó esta tendencia con exenciones fiscales y nuevas carreteras. Esto hizo que la vida fuera de los centros urbanos fuera más atractiva y asequible.
Las comunidades recién construidas ofrecían a las familias más espacio personal y al mismo tiempo las protegían de las fuentes urbanas de contaminación del agua, del aire y del
ruido. Sin embargo, el ambiente construido en estas comunidades creó nuevas barreras para una vida saludable, especialmente para niños y adolescentes. Por ejemplo:
Con el tiempo, los barrios en expansión separados por carreteras muy transitadas hicieron menos probable que los niños caminaran o fueran en bicicleta o patineta hasta la
escuela o la casa de un amigo.
Las largas distancias entre el hogar y la escuela, el trabajo, las tiendas y los servicios hicieron que las familias fueran más dependientes de los automóviles (y menos activas en general). Esto también aumentó las emisiones contaminantes que son desencadenantes de problemas respiratorios.
Los materiales utilizados en la construcción de casas nuevas y en el mantenimiento del césped y los jardines verdes y libres de plagas han expuesto a los niños a sustancias tóxicas que amenazan su salud.
Estos son solo algunos de los factores relacionados con las tasas crecientes de
obesidad,
asma, alergias e incluso cáncer entre niños y adolescentes.
¿Los niños de determinadas zonas corren mayor riesgo de sufrir problemas de salud graves?
Por desgracia, la respuesta es sí. Los niños que viven en áreas con carreteras en mal estado, tráfico de vehículos pesados y casas y edificios públicos en mal estado (especialmente escuelas y bibliotecas) enfrentan mayores riesgos. Ingieren más toxinas relacionadas con defectos de nacimiento, problemas respiratorios, daños cerebrales y nerviosos y otras amenazas graves para la salud.
Es posible que los niños en estas áreas también tengan pocos espacios verdes seguros (o incluso pocos espacios de juego en interiores) para ejercitar sus cuerpos en crecimiento y pasar tiempo con amigos, todo lo necesario para controlar el estrés diario. Esto puede generar mayores riesgos de obesidad y problemas de salud mental, por ejemplo.
Estos son ejemplos de lo que los expertos llaman
disparidades en la salud, término que describe una carga injusta o un obstáculo que impide que algunas personas disfruten de una buena salud. Factores como los ingresos, la raza y el origen étnico, la situación de vivienda y la ubicación del hogar pueden marcar una gran diferencia en la salud infantil y familiar.
Los jóvenes que viven a favor del viento en las carreteras principales con mucho tráfico de vehículos diésel (o cerca de sitios de perforación o refinación de combustibles fósiles, plantas de energía o fábricas) desarrollan asma en tasas más altas que los niños con acceso a aire más limpio, por ejemplo.
¿Cómo podemos abordar juntos las disparidades en la salud del ambiente construido?
Como médicos que nos preocupamos por la salud de los niños, nos inquietan los peligros inherentes a los espacios donde los niños viven, aprenden y juegan. También somos conscientes de que el
cambio climático (y las inundaciones, los incendios forestales, las olas de calor y otros fenómenos meteorológicos que desencadena) puede ser devastador para la salud física y mental de los niños.
Vemos muchas maneras en que podemos unirnos a los padres, los cuidadores y las comunidades para proteger la salud de nuestros hijos, ahora y en el futuro. A continuación, presentamos un resumen de nuestras recomendaciones:
¿Qué pueden hacer las comunidades?
Diseñar, construir y mantener calles completas. Sus características pueden ralentizar el tráfico, permitir al peatón
caminar y andar en bicicleta de manera segura y ofrecer un fácil acceso para personas con discapacidades.
Priorizar el transporte público para que los niños y las familias dependan menos de los automóviles para ir al trabajo, la escuela, los centros de atención médica y otros servicios.
Seguir prácticas de urbanización que fomenten una combinación de espacios habitables. Las comunidades diseñadas con oficinas, tiendas y áreas recreativas pueden brindar a las personas un acceso más fácil a todo lo que necesitan, y así reducir los desplazamientos al trabajo y a la escuela.
Promover y preservar los espacios verdes. Estos espacios no solo son saludables y relajantes para los seres humanos, sino que también son útiles para reducir la contaminación del aire y controlar el aumento de las temperaturas (y los riesgos para la salud que supone).
Trabajar por un acceso equitativo a parques, áreas de juego y espacios verdes, poniéndolos a disposición de más personas y familias.
Promover el acceso a alimentos saludables y asequibles. Proporcionar incentivos financieros para tiendas de comestibles, mercados de agricultores y huertos comunitarios. Esto es especialmente importante en vecindarios donde es difícil encontrar alimentos frescos.
Poner el foco en el desarrollo de la resiliencia climática. La gestión eficaz de las aguas pluviales, la prevención de incendios forestales, una planificación exhaustiva de emergencias y una red eléctrica sólida para mantener los servicios públicos funcionando cuando se produzcan fenómenos meteorológicos extremos pueden ayudar.
Seguir prácticas equitativas de vivienda y préstamos que brinden acceso a opciones de alojamiento en vecindarios saludables a un mayor número de personas.
Monitorear las tendencias de gentrificación. Esto puede alejar a las familias de los lugares donde siempre han vivido, obligándolas a menudo a aceptar desplazamientos más largos y estilos de vida menos saludables.
Formar comunidades en torno a la salud infantil y familiar. Estudiar los posibles resultados de las decisiones de planificación, transporte y urbanización. Garantizar que el bienestar de los niños ocupe un lugar central en las decisiones que tome.
¿Cómo pueden involucrarse las familias?
Obtenga más información sobre el ambiente construido en su área. Conozca los posibles riesgos para la salud y pregunte a los funcionarios locales qué están haciendo para reducirlos o eliminarlos.
Trabaje con otras familias para mantener los espacios verdes limpios, abiertos y libres de sustancias tóxicas (tales como algunos aerosoles para malezas o insectos).
Únase a proyectos de mejora de voluntarios locales. Los ejemplos incluyen jardinería comunitaria, mantenimiento de senderos o reemplazo de equipos de juegos antiguos que ya no son seguros.
Piense en los productos químicos para
el césped, el jardín y
el hogar que utiliza y evite las sustancias que se sabe que dañan la salud de los niños.
Inicie un círculo de conversación sobre formas de prevenir lesiones por tránsito, reducir las toxinas ambientales y fomentar la vida activa en su área. Trabaje con sus vecinos y amigos para hacer de su comunidad un lugar saludable para que los niños crezcan.
Si le preocupan los problemas de salud en el ambiente construido, hable con el médico de su hijo para encontrar posibles soluciones.
¿Cómo pueden ayudar los pediatras?
Proporcione información sobre formas activas y saludables para que los niños se muevan. Esto incluye caminar, andar en bicicleta o patinar hasta la escuela y otros lugares del vecindario.
Comprenda cómo el ambiente construido podría influir en la capacidad de una familia para hacer suficiente ejercicio, comer de manera saludable y evitar exposiciones tóxicas. Busque maneras de ayudarlos a reconocer los peligros para la salud y reducir su impacto en toda la familia.
Únase a la conversación sobre prácticas de diseño comunitario que sean saludables para todos. Esto es especialmente importante para los niños con discapacidades y necesidades especiales, quienes podrían tener dificultades adicionales para encontrar lugares seguros para jugar y evitar áreas peligrosas.
Fomente el desarrollo de parques, áreas arboladas, aceras, carriles para bicicletas y otras áreas que impulsen las actividades saludables al aire libre. Promueva el uso del transporte público, que reduce las emisiones tóxicas (y los gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático).
Abogue por acuerdos de uso compartido que vinculen escuelas con centros recreativos. Estos acuerdos pueden proporcionar espacios seguros y bien mantenidos para que los niños corran, salten, practiquen deportes, anden en bicicleta y pasen tiempo juntos.
Incite a los hospitales y sistemas de atención médica locales a involucrarse en la campaña para crear un entorno local más saludable.
About Dr. White
Michelle J. White, MD, MPH, FAAP, es profesora adjunta de Pediatría y Ciencias de la Salud de la Población en Duke University. Es pediatra hospitalaria e investigadora de equidad en salud. El trabajo de la Dra. White se centra en el impacto de los factores ambientales sociales y construidos de los vecindarios en la salud infantil. La Dra. White es coautora de la declaración de política de la AAP, "The Built Environment and Pediatric Health".
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