La pandemia ha desconectado a los niños de los amigos, las comidas escolares nutritivas, los deportes y las rutinas. Con el aprendizaje virtual y las pocas actividades fuera de casa, no es ninguna sorpresa que los niños se muevan menos y consuman refrigerios con más frecuencia.
Si su familia come más alimentos procesados y altos en calorías, y pasa mucho tiempo frente a las pantallas, no es la única.
Mayores riesgos para la salud
La pandemia ha puesto a más niños en riesgo de padecer obesidad. Los niños con obesidad son más propensos a tener problemas si se infectan con COVID-19.
El virus puede afectar a la respiración, al sistema inmunitario y al metabolismo de los niños y provocar inflamación. Los que padecen obesidad también pueden desarrollar presión arterial alta, problemas hepáticos o diabetes. Tener estos problemas de salud los pone en alto riesgo si contraen COVID-19.
Los niños negros e hispanos y los niños que viven en lugares con altos índices de pobreza corren mayor riesgo de padecer obesidad y la enfermedad COVID-19.
Muchos padres se esfuerzan por asegurarse de que sus hijos coman alimentos saludables, se mantengan activos y se acostumbren a un horario regular para dormir.
Lo que pueden hacer los padres
Comer bien y hacer ejercicio puede ayudar a los niños a afrontar la tensión y mantenerse saludables. Los padres pueden apoyar los hábitos alimentarios saludables ofreciendo a sus hijos mucha fruta y verdura, creando un horario para las comidas y los refrigerios, y manteniendo alimentos saludables en su casa. Pueden motivar a los niños para que se pongan en movimiento limitando el tiempo que pasan frente a la pantalla después de haber terminado con el aprendizaje virtual del día. Sea un ejemplo de hábitos saludables asegurándose de que usted también coma bien y haga ejercicio.
Cómo el pediatra puede ayudar
Si le parece que su situación es muy difícil o le preocupa el aumento de peso de su hijo en el último año, busque ayuda.
El pediatra de su hijo le puede ofrecer lo siguiente:
Asesoramiento sobre problemas de salud mental o consumo de sustancias.
Pruebas de detección de trastornos alimentarios.
Ayuda para controlar la tensión/estrés.
Un plan personalizado para controlar la obesidad.
Ayuda para que se ponga en contacto con recursos que pueden ayudarlo con la alimentación, la vivienda, el cuidado de los niños y otro tipo de apoyo, como 211.org (opción en español).
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