Por Rachel Gilgoff, MD, FAAP y Devika Bhushan, MD, FAAP
El estrés nos afecta a todos. Cuando ocurre algo estresante (participar en una pelea, ser víctima de acoso escolar o incluso presenciar un
suceso aterrador, como por ejemplo, un incendio o violencia con armas de fuego), es posible que nuestro cerebro se congele (colapse), pelee (ataque) o huya (escape). Nuestro cerebro "pensante" podría desconectarse y nos dejaríamos llevar por las emociones. Posteriormente, incluso simples recordatorios, tales como un ruido fuerte o el olor a humo, pueden ser un
desencadenante de la misma respuesta al estrés.
Generar un vínculo para contrarrestar el estrés
La respuesta al estrés puede salvarnos la vida (como por ejemplo, cuando nos enfrentamos a un depredador). Sin embargo, la activación repetida, prolongada o excesiva de la respuesta al estrés podría deteriorar nuestro organismo. Es posible que esto afecte a nuestro cerebro, nuestras hormonas, nuestro sistema inmunitario e incluso a nuestros genes, y potencialmente podría conducir a una peor salud mental y física.
Enseñar a los niños a
controlar la respuesta al estrés podría ayudar a prevenir algunos de estos efectos. Es igualmente importante el hecho de que los vínculos y la seguridad pueden
amortiguar o contrarrestar en gran medida el estrés y revertir estos efectos. Simplemente estando ahí, con un tono de voz tranquilo y escuchando y generando un vínculo con su hijo, tiene el poder de reducir sus niveles de hormonas del estrés y desactivar su respuesta al estrés. De este modo, le da espacio para procesar lo sucedido y proteger su salud.
Consejos para hablar con un niño estresado
Para llegar de la forma más eficaz a un niño estresado, es útil empezar por las
3 R: Primero regular, luego relacionarse y después razonar. (Consulte "Por qué los niños se portan mal: cómo ayudar a su hijo a sobrellevar el estrés").
Primero, REGULAR: calmar la respuesta al estrés
Primero calme su propia respuesta al estrés. Antes de hablar con su hijo, tómese unos minutos para calmarse y, si fuera necesario, reducir sus propios niveles de estrés. Lo que le ocurre a su hijo, por supuesto, lo afectará a usted y a los demás miembros de la familia. Es normal que tenga sus propias preocupaciones y frustraciones en torno a lo que está ocurriendo. Respire profundamente unas cuantas veces, salga a caminar, escriba en su diario o charle con un amigo. Si lo está pasando mal,
busque ayuda adicional (en inglés).
Limite la información perturbadora. Es posible que limitar las imágenes gráficas, los vídeos y las noticias relacionadas con el suceso traumático ayude a su hijo a sentirse mejor más rápidamente. A algunas familias incluso les resulta útil descansar de los grupos en las redes sociales y las noticias para limitar la ingesta de información perturbadora para todos.
Mantenga la rutina. Las rutinas nos ayudan a sentirnos seguros y en control en momentos de estrés. Siempre que sea posible, mantenga rutinas familiares (tales como las
comidas o la
hora de dormir) para que sus hijos sientan la seguridad de la regularidad. Dedique también tiempo a nuevas rutinas que proporcionen más comodidad y unión cuando sea necesario.
Estrategias curativas. Conozca y utilice estrategias adicionales (tales como
dormir mejor, pasar tiempo en la
naturaleza y practicar la conciencia plena) para ayudar a desactivar la respuesta al estrés y promover la curación.
Luego, RELACIONARSE: generar vínculos
Tome nota o pregunte cómo les gusta que los apoyen. Cuando están estresados, algunos niños quieren más mimos y abrazos, mientras que otros necesitan más espacio. Lo que necesitan también podría cambiar de un día para otro, de una hora para otra. Considere la posibilidad de elaborar un plan sobre cómo les gustaría recibir apoyo en momentos especialmente difíciles.
Escucha activa y sincera. Deje el celular, apague la televisión y pregunte a su hijo cómo se siente. Escuche de verdad a su hijo. No sienta que tiene que tener las respuestas o apresurarse a resolver su problema. A veces, lo que más necesita su hijo es sentirse escuchado y comprendido. Valide sus sentimientos y bríndele espacio para que exprese sus preocupaciones.
Cuando llegue el momento, también puede dar el ejemplo expresando sus propias emociones difíciles. Eso les ayuda a entender cómo hablar de sus sentimientos, a comprender que no pasa nada por ser vulnerable y a pedir ayuda si la necesitan.
Sea curioso, no se ponga furioso. Haga preguntas para saber más sobre lo que ocurre, acercarse a su hijo y ayudarlo mejor. Aunque no esté de acuerdo o le preocupe cómo está respondiendo al evento estresante, es importante explorar las preocupaciones, sentimientos y pensamientos de su hijo en lugar de juzgarlo. No lo interrumpa, avergüence o culpe, ni haga suposiciones.
En sus respuestas, elija la amabilidad y la compasión. Es posible que esto sea especialmente difícil cuando sentimos nuestro propio estrés y frustración. Recuérdese a sí mismo que usted y su hijo están haciendo lo mejor que pueden con los recursos y habilidades que tienen en
este momento. Tómese también un momento para ser amable consigo mismo.
Hágale saber a su hijo que no está solo. Hay otras personas que han pasado por experiencias similares. Según la edad de su hijo, considere la posibilidad de ponerlo en contacto con grupos de apoyo, compañeros, recursos en línea, libros, vídeos o un terapeuta. Por supuesto, también hágale saber que cuenta con usted: frases tales como "lo superaremos juntos" podrían ser de gran ayuda.
Finalmente, RAZONAR: procesar y planificar
La honestidad genera confianza. Los niños ansían información sólida en momentos de incertidumbre. Incluso los niños muy pequeños saben o intuyen muchas cosas. Pregúnteles qué les asusta, qué dudas tienen y qué es lo que ya saben. Corrija las ideas equivocadas o pensamientos mágicos, pero no mienta ni tergiverse la verdad: tranquilícelo y proporcione hechos.
Cuéntele lo que le sucede en el interior. Es posible que su hijo no quiera actuar como actúa ni sentirse como se siente. Usted puede ayudarlo a comprender mejor lo que ocurre en su cerebro y en su organismo,
y cómo sentirse mejor. Destaque que están teniendo reacciones normales ante eventos anormales y estresantes. Una forma útil de describir la respuesta al estrés es utilizar el "modelo del cerebro en la palma de su mano" (en inglés), que muestra cómo podemos tener "ataques de ira" cuando estamos asustados, disgustados y abrumados. Y cuando el cerebro pensante se desconecta y nos dejamos llevar por nuestras emociones, los pasos descritos aquí pueden ayudarnos. (Consulte también "Por qué los niños se portan mal: consejos para ayudar a su hijo a sobrellevar el estrés".)
Acuda a su pediatra. El pediatra de su hijo sabe cómo el estrés afecta a la salud y puede ayudar a la familia con apoyo y recursos adicionales.
Más información
Acerca de la Dra. Gilgoff
Rachel Gilgoff, MD, FAAP es especialista en medicina integrativa, pediatra especialista en abuso infantil, investigadora, escritora científica y madre de dos niños increíbles. Se dedica a mejorar la atención de los problemas de salud relacionados con el estrés y a promover la salud y el bienestar de por vida. |
Acerca de la Dra. Bhushan
Devika Bhushan, MD, FAAP es una pediatra, líder de salud pública, madre e inmigrante indio-estadounidense centrada en la equidad y la resiliencia que se desempeñó como Cirujana General Interina de California en 2022. Dirige una comunidad centrada en la resiliencia y el bienestar en
askdrdevikab.substack.com y
youtube.com/@drdevikab. |