La comunicación va más allá de simplemente decirle a otras personas lo que queremos. Se trata de conectar nuestras mentes, compartir y leer emociones, ver situaciones desde la perspectiva de la otra persona y resolver problemas.
Jugar junto a su hijo es una excelente manera de ayudarlo a desarrollar habilidades de comunicación. La comunicación de ida y vuelta, ya sea a través de palabras o lenguaje corporal, es la esencia del juego compartido.
Aquí hay algunas formas en las que el juego puede promover la comunicación y ayudar a construir habilidades que durarán toda la vida.
Comunicación no verbal: diga menos, exprese más
A veces es importante dejar algunas cosas sin decir para que nuestros hijos puedan hacer el trabajo de "llenar los espacios vacíos". Esto ejercita sus habilidades de detective emocional, especialmente cuando tienen que leer nuestras expresiones faciales, mirar lo que estamos mirando o seguir gestos. Para comunicarse sin palabras, las familias deben alejarse de las
pantallas y realmente conectarse entre sí.
Incorporar el lenguaje corporal al juego
Los juegos clásicos para tomar turnos sin palabras son el juego de mímica y las fiestas de baile. No obstante, también pueden comunicarse sin palabras cuando estén haciendo algo juntos, como por ejemplo, hornear o limpiar. ¡En lugar de comunicarse con palabras, intente levantar una ceja o asentir con la cabeza! Incluso lanzar una pelota de un lado a otro implica comprobar si la otra persona está lista.
Conectar sus mentes
Cuando la vida es ajetreada, a veces nos enfocamos demasiado en nuestras propias listas de tareas. Sin embargo, es importante expresar lo que está pensando y sintiendo a otras personas, y enseñar a sus hijos a hacer lo mismo. Es fácil estallar y gritar; se necesita más presencia de la mente para darse cuenta de lo que la otra persona necesita saber y ayudarla a comprender lo que usted está experimentando internamente.
Compartir recuerdos
Mire un álbum de fotos de su infancia y cuente historias sobre lo que hizo y cómo se sintió. Vincule estos sentimientos con cómo su hijo se siente a veces, o cómo moldeó su personalidad. ¡Piense en ello como su propio libro de historias!
Controlar su tono
Recuerde, CÓMO dice lo que dice es tan importante como QUÉ dice. El tono de voz contiene muchas emociones, desde la vergüenza y la decepción hasta la alegría y la tontería. Los niños también tienden a imitar nuestro tono con los demás. En lugar de gritar, por ejemplo, si modelamos usando un tono tranquilo y curioso, es más probable que lo usen con los demás, por ejemplo, con hermanos menores.
Pedir una segunda oportunidad y hablar sobre las rabietas
Si su hijo exige un juguete con un tono desafiante, finja no entenderlo. Pídale que "reformule" su pedido de manera educada. Para ayudarlo a practicar un tono no exigente, pruebe algunas de las ideas de juego que figuran en "Comportamiento desafiante: cómo el juego puede ayudar a los niños a sobrellevar los cambios", que permiten que su hijo experimente un sentido de control.
Desafortunadamente, a veces los niños no se comunican con palabras, ¡se comunican con
rabietas! Solo respire profundamente e intente pensar en qué está pasando en esa pequeña mente. Si pueden hablar sobre cómo cree que se sienten y cómo manejarlo, construirán esas habilidades de regulación emocional mucho más rápido. Lleva tiempo, ¡pero vale la pena!
Criar a un buen oyente
Escuchar es difícil. Requiere que dejemos de prestar atención a todos nuestros propios intereses que vuelan en nuestras cabezas y pensemos en lo que la otra persona está experimentando. Enseñar a los niños a escuchar antes de sacar conclusiones precipitadas puede ser especialmente útil para evitar conflictos. Puede practicar
leyendo libros, escuchando podcasts o pidiendo a los abuelos que cuenten historias de su infancia.
Salir a caminar y hablar
Las caminatas y las charlas son esenciales para fomentar la escucha y el intercambio. Es posible que descubra que los niños son más propensos a abrirse durante paseos o viajes en automóvil cuando no necesitan hacer contacto visual con usted. ¡Y asegúrese de agradecer a su hijo cuando parezca que realmente está procesando lo que dice!