Los hechos traumáticos como el 11 de septiembre y los
huracanes han enseñado a los expertos cómo orientar a los padres para que estén preparados a reaccionar ante las crisis a fin de ayudar a sus hijos a ser más resilientes.
Escuchar
Escuchar es importante para que los padres puedan expresar amor y aceptación, y para ayudar a sus hijos a afrontar situaciones difíciles. En el contexto de las crisis, escuchar adquiere otro papel vital. Debido a que los niños reaccionan de manera diferente a las crisis, debemos tratar de averiguar qué es lo que saben, cómo interpretan los hechos y qué necesitan de los adultos que los rodean. Después de abrazar a sus hijos, pregúnteles qué creer saber de lo sucedido y qué preguntas o preocupaciones tienen. Escuche para detectar cualquier posible malentendido.
Es común que los niños tengan temores debido a la información limitada o por no entender lo que le contaron sobre lo sucedido. Primero debe escuchar sus preocupaciones para poder plantear su conversación sobre la situación de manera adecuada y evitar asustarlos con detalles innecesarios. Cuando termine de hablar, pregúnteles cómo se sienten y cómo puede ayudarlos.
Cómo ayudarlos a expresar sus miedos y preocupaciones
Quizás no sea suficiente preguntarles a los niños lo que entienden o cómo se sienten para lograr que expresen sus sentimientos. A veces simplemente sentarse con ellos mientras dibujan o juegan con sus juguetes los ayudará a encontrar una manera de comunicar lo que sienten, incluso si no son plenamente conscientes de ello.
Niños pequeños
- Los niños pequeños pueden necesitar su ayuda para encontrar las palabras que les permitan expresar lo que sienten. Ayúdelos a elegir las palabras y dígales que es normal sentirse tristes, enojados o confundidos. Dé un buen ejemplo y comparta cómo se siente, y explique lo que está haciendo para sentirse mejor. Anímelos a expresar sus sentimientos mediante el juego, el dibujo, los cuentos u otras actividades creativas.
Niños mayores y adolescentes
- Para los niños mayores y los adolescentes podría resultar más fácil hablar de lo que otros piensan.
"Mi amiga Mónica dijo que ella simplemente se pega a su mamá para asegurarse de que nunca se separen. ¿No te parece muy raro?". Cuando esto ocurra, no los desenmascare o ponga en evidencia diciendo,
"apuesto a que realmente sientes lo mismo". En cambio, hable sobre lo que Mónica debe estar sintiendo y cómo es comprensible que se sienta así. Pregúntele al niño qué podría hacer la mamá para que Mónica se sintiera más segura. Anime a los niños mayores a hacer preguntas y compartir sus sentimientos. Responda a sus preguntas con calma, con respuestas apropiadas para su edad y no minimice sus emociones.
Nunca obligue a su hijo a hablar
Algunos niños actuarán como si nada hubiera pasado. No parecen particularmente interesados ni conmovidos por lo sucedido. Si fuera así, no hay ninguna razón para obligarlos a expresar algo en este momento. Nunca obligue a sus hijos a hablar, pero dígales que está allí para escuchar. Es posible que sus hijos estén profundamente conmovidos o alterados, pero realmente necesitan sentir que vuelven a la normalidad. Muéstreles que su manera personal de sentirse mejor es hablar sobre la situación. Permita que su hijo lo vea hablando con otros adultos y observe su alivio al comunicarse con los demás. Deje la puerta abierta para futuras conversaciones. Pueden pasar en cualquier momento.
Cómo manejar las emociones encontradas
Es común que las personas, tanto jóvenes como ancianas, sientan una mezcla de enojo y confusión frente a un desastre. Es probable que la emoción dominante tenga que ver con la naturaleza del desastre.
- Con el terrorismo, es común preguntar
"¿Cómo puede haber gente tan cruel?" y sentir un enojo justificado.
- Con los desastres naturales, generalmente nos sentimos más confundidos acerca de cómo desahogarnos. Muchos adultos, así como los niños mayores, se encierran en sí mismos y piensan:
"podríamos habernos preparado mejor" o
"esto es un castigo".
- Otros pueden expresar enojo aparente o tener una crisis de fe:
"¿cómo es posible que el gobierno no haya podido protegernos?" o
"¿cómo pudo hacernos esto un Dios que nos ama?".
Más allá de dónde se dirijan ese enojo y esa confusión, nuestra primera respuesta es escuchar, y no negar la situación ni convencer a los niños de que lo hagan.
Qué decir
Nuestra capacidad para comunicar que nos sentimos seguros a través de nuestro lenguaje corporal y nuestro tono puede ser más importante que nuestras palabras exactas. Frente a una crisis, reúna a la familia en el lugar de la casa donde pasen buenos momentos juntos, o vayan caminando a un lugar favorito donde los niños se sientan cómodos. Quizás desee empezar la conversación cuando estén todos presentes para sentirse más seguros todos juntos. Según la edad de su hijo y su nivel de desarrollo, las conversaciones más profundas podrían producirse entre un hijo y uno o ambos padres.
Por sobre todas las cosas, los adultos deben ser honestos sobre lo sucedido. Lamentablemente, esta no es la clase de verdad de la que podemos proteger a nuestros hijos, pero no es necesario incluir todos los horrendos detalles en esa verdad. La cantidad de detalles que puede compartir dependerá de la capacidad de comprensión de sus hijos.
Niños pequeños
- Los niños muy pequeños necesitan explicaciones simples y concretas sobre lo que sucedió y cómo esto los afecta. Si están muy confundidos y no entendieron lo sucedido, corríjalos. Pero si explican la historia de una forma tal que dicen:
"Ya terminó todo, los malos están todos muertos y esto pasó muy lejos", no los corrija ni agregue más detalles. Sus explicaciones sencillas quizás sean exactamente lo que necesitan creer para sentirse seguros. No les quite esa sensación de seguridad que generan para sí mismos.
Niños mayores y adolescentes
- Es posible que los niños mayores pidan y se beneficien de la información adicional sobre el desastre y los esfuerzos de recuperación.
Está bien decir que no sabe
No se preocupe por decir las palabras perfectas. Nada de lo que digamos en estas circunstancias mejorará la situación. De hecho, existe una posibilidad razonable de que la conversación de los adultos altere más a los niños, pero tenga en cuenta que es la situación lo que los altera y no nuestra conversación sobre ella. No se sienta obligado a explicar el motivo de lo sucedido. Es correcto decir que no sabe por qué sucedió algo tan terrible.
Asegúrele a su hijo que está a salvo
Mientras intentamos explicar hechos trágicos, el objetivo principal es asegurarles a sus hijos que ellos y usted están a salvo. Si no sabe con certeza que ya están seguros, no mienta. En cambio, concéntrese en las medidas que está adoptando para estar más seguros. Si puede, señale datos como la distancia a la que se encuentran del lugar del hecho o que la policía, los soldados y los rescatistas están trabajando arduamente para asegurarse de que todos estén a salvo. No abrume a los niños con información sino bríndeles explicaciones honestas y breves de lo sucedido y lo que se está haciendo para afrontarlo.
La Red Nacional para el Estrés Traumático Infantil (National Child Traumatic Stress Network), sitio web en inglés, sugiere contarles a los niños exactamente cómo afecta el desastre a su familia, escuela y comunidad. Podrían estar preocupados por la seguridad de sus amigos o familiares. Sea honesto si realmente no sabe, pero asegúreles que los padres de sus amigos los están cuidando, así como usted está cuidando de sus hijos. Podría contarles cómo el gobierno se está esforzando para restablecer la electricidad, los teléfonos, el agua y el gas, o cómo los trabajadores municipales se ocuparán de limpiar los escombros y ayudarán a las familias a encontrar refugio.
Cómo recobrar el equilibrio
Si su familia se vio directamente involucrada en un
acto terrorista, una guerra o un desastre natural, pasarán semanas o meses, en el mejor de los casos y con el apoyo adecuado, hasta que recuperen el equilibrio en sus vidas. Si su familia estuvo al margen de estas crisis, pero fueron testigos de ellas a través de los medios de comunicación, aun así necesitará tiempo para recobrar cierto equilibrio emocional. Durante estos períodos, hay algunas pequeñas cosas que pueden ayudar a los niños.
Volver a la rutina anterior
Tan pronto como sea posible y razonable, intente volver a la rutina anterior ya que esta reconforta y brinda una estructura familiar a la vida cotidiana de un niño. Por ejemplo, permita que vuelva a la escuela y no suspenda las
celebraciones que su hijo disfrute, como fiestas de cumpleaños o actividades después de la escuela. Siga un horario lo más normal posible. Incluso si está en un refugio, puede mantener algunos rituales familiares como cantar las mismas canciones o contar los mismos cuentos antes de acostarse. Intente mantener la disciplina y las reglas del hogar, pero tenga en cuenta que los cambios de comportamiento pueden producirse por miedos o inseguridades que pueden disiparse si les repite a sus hijos palabras tranquilizadoras una y otra vez y les brinda más atención. Está bien dejar que sus hijos dependan más de usted después de un hecho traumático. Es posible que los niños estén más distraídos y tengan problemas para concentrarse en las tareas escolares. Tenga paciencia, recuérdeles sus tareas amablemente y bríndeles más ayuda si fuera necesario. Los niños pueden sentirse más ansiosos cuando se separan de sus padres al acostarse o cuando sus padres deben irse a trabajar o asistir a una cita. Tómese más tiempo para abrazar a sus hijos y hablarles antes de separarse de ellos.
Recuerde que el mundo de sus hijos gira alrededor de usted y su hogar. Cualquier interrupción de las actividades normales de su familia repercutirá en sus hijos. Las cosas que a usted pueden parecerle triviales, como ver la televisión, jugar en la computadora o tener amigos en la casa, son importantes para sus hijos y serán una enorme pérdida para ellos si se interrumpen. Tenga paciencia y ayude a sus hijos a pensar en actividades alternativas si sus juguetes habituales no están disponibles o si se cancelan sus actividades habituales. Ofrezca muchas oportunidades para jugar.
Revise el plan de preparación en caso de desastre de su familia
Otra manera de alentar la sensación de control de un niño es revisar juntos el
plan de preparación de su propia familia. Tener un plan familiar en caso de que un desastre afecte directamente a su familia la próxima vez (o vuelva a suceder) puede servir para ayudarlos a mejorar el sentimiento de seguridad de su familia.
Busque maneras de ayudar a los demás
Por último, bríndele a sus hijos
oportunidades de ayudar a los demás. Los niños afrontan mejor la situación y se recuperan antes cuando ayudan a los demás porque esto crea una sensación control y los ayuda a sentirse mejor. Al ayudar a aquellas personas afectadas por la tragedia o al honrar a aquellos que murieron, los niños pueden sentir que tienen algo de control sobre una tragedia que, con frecuencia, los hace sentir indefensos.
Limitar la exposición a los medios de comunicación
Intente
controlar y limitar la exposición de sus hijos a las noticias. La cobertura periodística, así como es imprescindible durante un desastre, suele ser abrumadora ya que el ciclo de noticias actual de 24 horas reproduce las imágenes dramáticas día tras día. Esta oleada de información puede fijar las imágenes en la mente y aumentar el trauma.
Todas las principales organizaciones al servicio de los niños sugieren a los padres que protejan a sus hijos por completo de las noticias relacionadas con el incidente (según su edad) o limiten el tiempo que pasan frente al televisor mirando estas noticias. Incluso puede ser perjudicial la exposición indirecta a un desastre a través de los medios de comunicación (por ejemplo, periódicos, televisión, internet, radio), ya que puede hacer que los niños teman que pudiera ocurrirles algo similar a ellos. Puede cambiar la manera en que ven el mundo y comenzar a verlo como un lugar amenazante y aterrador. Es importante que los padres limiten la exposición a los medios de comunicación en general y expliquen a sus hijos lo que ven y escuchan con palabras que ellos entiendan. Sea honesto, pero evítele a los niños los detalles innecesarios o alarmantes.
Si bien para los niños es beneficioso conocer la información básica acerca de lo sucedido, puede ser dañino para ellos ver imágenes vívidas o escuchar sonidos de una catástrofe. Intente fomentar mensajes realistas de esperanza y optimismo. Señale algunos de los aspectos positivos del trauma, por ejemplo, cómo las personas se ayudan mutuamente o cómo hay héroes que arriesgan sus propias vidas por los demás. Incluso en la situación más difícil, su visión positiva sobre el futuro ayudará a sus hijos a ver cosas buenas en el mundo que los rodea y superar los momentos difíciles.
Recuerde...
Los niños confían tanto en nosotros para entender cómo deben interpretar las calamidades que es necesario que seamos conscientes de que aprenden de nosotros y de otros adultos de muchas formas diferentes. Escuchan nuestras palabras, perciben el nivel de estrés que expresa nuestro cuerpo, observan si seguimos rutinas y si cambiamos nuestro tono o actitud cuando hablamos con los demás. Si no podemos mantener un estado de calma consecuente con amigos u otros adultos, debemos tener esas conversaciones en privado, lejos de los nuestros hijos, y preferiblemente sin niños que sepan que los adultos están hablando en secreto, lo que sólo aumentará su ansiedad y disminuirá la sensación de seguridad que estamos intentando transmitir.
Lamentablemente, no podemos proteger a nuestros hijos de los traumas relacionados con los desastres naturales, las guerras o el terrorismo. Sin embargo, nuestra manera de reaccionar y el apoyo que ofrecemos puede ayudar a minimizar las posibles consecuencias negativas de un hecho traumático y permitir que nuestros hijos se recuperen. La conclusión para los padres es que deben mantener la calma y recordarles a sus hijos que los aman y están haciendo todo lo posible para mantenerlos a salvo. La mayor protección que tienen los niños es sentirse seguros y conectados con sus padres, familiares, maestros, amigos o la comunidad, ya que esto afecta su recuperación inmediatamente después de un desastre y en el futuro. Un sistema de apoyo sólido le permitirá minimizar las ideas negativas, calmar los temores, recobrar cierta normalidad y avanzar juntos como familia para recuperarse y quizás incluso crecer a partir de hechos angustiosos e imprevisibles.
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