Ómicron ha demostrado ser la variante de COVID-19 más contagiosa de la pandemia hasta el momento. La principal diferencia con ómicron es la gran cantidad de niños que se enferman al mismo tiempo.
Sin vacunas ni dosis de refuerzo para los niños más pequeños, se siente como una espera agonizante para muchas familias. Como pediatras, siempre nos preocupamos por los más pequeños cuando las enfermedades se propagan por las comunidades. Cuando los niños aún no están vacunados, sus sistemas inmunitarios no están tan bien preparados para hacer frente a la exposición a gérmenes dañinos. Además, su anatomía y fisiología únicas hacen que muchas enfermedades sean más graves.
Por ejemplo, un estudio reciente relacionó la infección previa por COVID-19 con un mayor riesgo de diabetes (en inglés). Y aún no conocemos el alcance total de cómo la COVID afecta a los niños a largo plazo.
Más variantes, pero más herramientas
Si bien hay nuevas variantes del virus, ahora tenemos más herramientas. Sabemos que usar una mascarilla facial bien colocada, mantener la distancia física y recibir vacunas y dosis de refuerzo contra el COVID reducen el riesgo de enfermedades graves para todos. Hay más formas de hacer la prueba para detectar el virus y hay más tratamientos para ayudar a proteger a algunas personas que corren un riesgo grave si se enferman. Podemos utilizar estas herramientas juntos y proteger a nuestros niños pequeños, adultos mayores y personas con sistemas inmunitarios debilitados, para mantenerlos a salvo durante este difícil momento.
El impacto a corto plazo no siempre es menor para las familias
Con el aumento de los casos de COVID entre los niños, ha habido un fuerte aumento en la cantidad de niños hospitalizados. Por lo que se sabe hasta ahora, la mayoría de los niños que contraen COVID y desarrollan síntomas más graves se han recuperado. Cuando los hospitales y las clínicas de todo el país tienen un rápido aumento en las visitas y admisiones de pacientes, las familias que necesitan atención que no es de emergencia pueden sufrir retrasos. También niños y adolescentes con emergencias de apendicitis, personas que sufrieron accidentes de tránsito, esguinces, lesiones y fracturas de huesos, pueden ver retrasos en recibir tratamiento.
Al mismo tiempo, nunca he visto una enfermedad que pueda afectar tan rápidamente a todos los miembros de una familia. Debido a que es tan difícil cuidar de un niño enfermo cuando uno mismo no se siente bien, esta situación resulta especialmente desalentadora para las familias.
Podemos superar esto
Por supuesto, los padres están preocupados. Y frustrados. Y cansados. Pero nuestros hijos son resilientes. Después de casi dos años de pandemia, hemos hecho muchos progresos contra el COVID-19. Las vacunas han sido un punto de inflexión importante, reduciendo el riesgo de enfermedades graves por el virus.
Hasta que todos estén protegidos, podemos hacer mucho para ayudar a los niños durante la pandemia. Continuamos abogando por los recursos necesarios para estos niños más pequeños (incluidas las vacunas y el apoyo a su salud mental).
No dude en hablar con el pediatra de su hijo para mantenerlo lo más saludable posible durante el COVID-19.
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