Informe técnico destaca investigación que demuestra cómo las experiencias en la primera etapa de la vida afectan el aprendizaje, y cómo prevenir y abordar grandes diferencias en la preparación escolar de los niños cuando empiezan el kínder.
Muchos niños en los Estados Unidos empiezan el kínder sin una preparación socioemocional y comportamientos críticos adecuados para garantizar un buen desempeño escolar, de acuerdo con el informe de la American Academy of Pediatrics (AAP) publicado en el número de agosto de Pediatrics. "Prepración escolar" (en inglés) subraya la amplia investigación que demuestra que estas brechas pueden cerrarse o eliminarse.
La clave para lograr esta meta, de acuerdo con la AAP, es brindar experiencias sólidas para el desarrollo y apoyo emocional en la primera etapa de la vida. Estas juegan un papel muy importante en cómo aprende el niño y como maneja sus emociones, se relaciona y comunica con otros y su preparación para entrar a la escuela a aprender. La investigación demuestra que el buen desempeño escolar está ligado con mejores resultados a nivel social, económico y de salud.
"Como parte de sus relaciones con las familias, los pediatras pueden ayudarlos a establecer el ambiente propicio para promover la preparación escolar", dijo P. Gail Williams, MD, FAAP, autor principal del informe técnico y miembro del Comité Ejecutivo del Consejo de Educación Temprana de la AAP.
"No se trata solo de habilidades preacadémicas", dijo el Dr. Williams. "Es una combinación entre el bienestar físico, habilidades socio emocionales, ser capaz de autorregularse, así como de habilidades del lenguaje y cognoscitivas. Y estas comienzan desde el nacimiento".
La preparación escolar se basa en gran parte en la salud y el bienestar de las familias de los niños y vecinos, como lo están demostrando cada vez más las investigaciones. Experiencias consistentes que brinden soporte emocional de acuerdo con su desarrollo en la primera etapa, ayudan a que los niños estén mejor preparados para aprender y fomentar resiliencia en la vida. Pero, aunque en general las habilidades de los niños pequeños para estar preparados para la escuela han mejorado en los últimos años, existen todavía brechas basadas en la pobreza, raza y trauma temprano. Por ejemplo:
Menos de la mitad (48 %) de los niños pobres están preparados para la escuela a los 5 años de edad, comparados con 75 % de los niños de hogares de estrato socio económico alto o moderado.
Los niños que han sufrido dos o más acontecimientos traumáticos, conocidos como experiencias adversas en la infancia (EAI), tales como abuso o negligencia, ser testigos de violencia en el hogar o ser separados de uno de los padres debido a muerte, encarcelamiento o divorcio, tienen 2,67 más probabilidades de tener que repetir un año escolar (grado) que sus pares que no han sufrido experiencias adversas.
Las evaluaciones de valoración para entrar al kínder, en lugar de exámenes de admisión escolar para niños de la edad requerida, deben utilizarse como una guía para programar el currículo y la instrucción que apoyen logros del desarrollo y desempeño académico para diversos grupos de niños, de acuerdo con la AAP.
"Debido a las disparidades sociales que enfrentan muchos niños, hacer énfasis en la preparación escolar para el kínder que solo tenga en cuenta habilidades, no es justo", dijo Marc Alan Lerner, MD, FAAP, coautor del informe y miembro del Consejo de Salud Escolar de la AAP. "El desarrollo típico de un niño entre 4 y 5 años con frecuencia varía mucho, así que calificar (marcar) a un niño como que no está listo para la escuela a esta edad puede aislarlos de un ambiente de aprendizaje más apropiado. Las escuelas deben estar lista a satisfacer las necesidades de los niños a cualquier nivel de preparación".
El informe técnico, que refuerza la declaración de política de la AAP del 2016 titulada, "La función del pediatra para optimizar la preparación escolar" (en inglés), señala cómo los pediatras pueden trabajar con las familias para promover la preparación escolar que abarca:
Ayudar a las familias a incorporar actividades en su rutina diaria que refuercen el lenguaje, las habilidades cognitivas y el lazo entre los padres e hijos, tales como la lectura, contar historias y jugar juntos.
Instruir a los padres sobre lo que consiste el desarrollo y el comportamiento normal y cómo abordar inquietudes sobre el comportamiento de forma diligente y dinámica usando técnicas positivas para la disciplina.
Hacer pruebas para detectar riesgos sicosociales tales como enfermedad mental de los padres, abuso de sustancia, violencia familiar y pobreza para conectara las familias con grupos de apoyo comunitario basados en evidencia puede amortiguar los efectos del "estrés tóxico" y reducir las disparidades que ocasionan al estado de la preparación para entrar a la escuela.
Usar herramientas para vigilar el desarrollo y evaluaciones para identificar a todos los niños con discapacidades del desarrollo, tales como el autismo a una edad temprana y conectar a las familias con servicios de intervención temprana que puedan tener un impacto positivo en su preparación para la escuela.
Recomendar amplio acceso a una educación temprana de calidad que beneficie a los niños a nivel individual, así como a las comunidades.
"Las experiencias tempranas y apoyo ocurren desde que el niño está en el vientre, y continúan con el apoyo de hogares que brindan afecto sin traumas, todo esto ayuda a fomentar un cerebro que esté listo para la escuela", dijo el Dr. Lerner. "Al fortalecer a las familias, estamos fomentando la clase de aprendizaje que nos gustaría ver para todos los niños del país".
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