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Seguridad y Prevención

Abuso y negligencia infantil: qué deben saber los padres

El abuso infantil es común. Es importante saber cuáles son los riesgos y cómo reducir el abuso infantil y familiarizarse con las señales del abuso.

Se reportan aproximadamente 4 millones de casos de abuso y negligencia infantil que involucran a casi 7 millones de niños anualmente en los EE. UU. La tasa más alta de abuso infantil es en bebés menores de un año de edad y el 25% de las víctimas son menores de tres años.

La mayoría de los casos reportados a los Servicios de Protección al Menor son por negligencia, seguidos por abuso físico y sexual. Existe una superposición considerable entre los niños que son abusados y muchos que sufren una combinación de abuso físico, sexual o negligencia.

Tipos de abuso y negligencia infantil

El abuso físico ocurre cuando se lesiona el cuerpo de un niño como resultado de golpes, patadas, sacudidas, quemaduras u otras demostraciones de fuerza. Un estudio sugiere que aproximadamente 1 de cada 20 niños ha sido abusado de manera física en su vida.

El abuso sexual consiste en cualquier actividad sexual que el niño no entienda o pueda dar consentimiento. Abarca actos, tales como acariciar, contacto oral con los genitales y relaciones sexuales genitales o anales. También incluye exhibicionismo, voyerismo y exposición a la pornografía. Los estudios de investigación sugieren que hasta una de cada cuatro niñas y uno de cada ocho niños serán abusados sexualmente antes de que cumplan los 18 años. Más del 90% de las víctimas de abuso sexual infantil conocen a su abusador.

La negligencia infantil puede incluir negligencia física (no proporcionar alimentos, ropa, vivienda u otras necesidades físicas), negligencia emocional (no brindar amor, consuelo o afecto), negligencia médica o educativa (no brindar acceso a la atención médica o educación necesarias) o negligencia de la supervisión (falta de supervisión adecuada). El abuso psicológico o emocional es el resultado de todo lo anterior, pero también puede estar asociado con el abuso verbal, que puede dañar la autoestima o el bienestar emocional de un niño.

Factores de riesgo de abuso y negligencia

La mayoría de los casos de abuso infantil ocurren dentro de la familia. Los factores de riesgo abarcan depresión de los padres y otros problemas de la salud mental, un historial de abuso infantil y violencia doméstica en los padres.

La negligencia infantil y otras formas de maltrato también son comunes en las familias que viven en la pobreza y entre los padres que son adolescentes o que han abusado de las drogas o el alcohol.

Signos y síntomas de abuso

No siempre es fácil identificar cuándo un niño ha sido abusado. Los niños que han sido maltratados con frecuencia tienen miedo de decírselo a alguien porque creen que les echarán la culpa o que no les van a creer. Algunas veces permanecen callados debido a que la persona que los abusa es alguien a quien ellos quieren mucho, o debido a que sienten miedo, o ambas cosas.

Los padres también tienden a pasar por alto los signos y síntomas de abuso porque es difícil creer que pueda suceder o temen lo que podría pasar si la gente se entera. Sin embargo, un niño que ha sido abusado necesita apoyo y tratamiento especiales lo antes posible. Cuanto más tiempo se siga abusando de los niños o se les deje hacer frente a la situación por sí mismos, más difícil será para ellos poder sanar y desarrollarse física y mentalmente de manera óptima.

Aquí le ofrecemos una pequeña lista de signos y cambios de comportamiento en niños que han experimentado abuso o negligencia:

Signos físicos

  • Bebé sin movilidad con cualquier lesión

  • Moretones en el torso, las orejas o el cuello en un niño menor de cuatro años

  • Cualquier lesión (moretón, quemadura, fractura, lesión abdominal o en la cabeza) que no concuerde con la forma en que se dice que ocurrió la lesión, que no pueda explicarse adecuadamente o que sea inconsistente con las capacidades de desarrollo del niño

  • El niño revela abuso o negligencia

  • Falta de aumento de peso (especialmente en bebés) o aumento de peso repentino y dramático

  • Dolor, sangrado o flujo genital

  • Una enfermedad de transmisión sexual

Otros cambios de comportamiento y salud mental que deben generar inquietud sobre posible abuso o negligencia:

Es importante recordar que los siguientes cambios se observan en muchos niños como resultado de diferentes tipos de situaciones estresantes y no son específicos del abuso y la negligencia infantil. Siempre se debe investigar el motivo de la aparición de estas conductas.

  • Comportamiento temeroso (pesadillas, depresión y miedos raros)

  • Dolor abdominal, mojar la cama (especialmente si el niño ya había aprendido a ir al baño y dejado el pañal)

  • Intentos de escaparse de la casa

  • Comportamiento sexual extremo que parece inapropiado para la edad del niño

  • Un cambio repentino en su autoestima

  • Dolores de cabeza o de estómago sin ninguna causa médica

  • Mal rendimiento en la escuela

  • Comportamiento extremadamente pasivo o agresivo

  • Comportamiento que indica una necesidad desesperada de afecto o aislamiento social

  • Aumento del apetito o robo de alimentos

Consecuencias a largo plazo

En la mayoría de los casos, los niños que son víctimas del abuso o negligencia sufren más problemas de salud mental que daños a su salud física. El abuso emocional y psicológico y la negligencia le niegan las herramientas que el niño necesita para hacerle frente al estrés y aprender nuevas destrezas para ser resiliente, fuerte y tener éxito. Así que un niño que es maltratado o ignorado puede tener una gran variedad de reacciones y puede volverse deprimido o tener comportamientos suicidas, violentos o retraerse/aislarse. A medida que crece, puede usar drogas o alcohol y tratar de escaparse de la casa, rechazar la disciplina o abusar de otros. Como adulto, puede tener dificultades sexuales y matrimoniales, depresión o comportamiento suicida.

No todos los niños que son abusados tienen reacciones severas. Por lo general, entre más pequeño sea el niño, el abuso continúa por más tiempo. Mientras más cercana es la relación con la persona que lo abusa, los efectos en su salud mental serán más graves. Una relación cercana con un adulto que le brinde apoyo puede aumentar su resiliencia y reducir algo el impacto del abuso.

Cómo obtener ayuda

Si usted sospecha que su niño es abusado, obtenga ayuda de inmediato por medio de su pediatra o agencia local de protección a menores. Los médicos están obligados por ley a informar a las autoridades estatales de casos de los que se sospecha abuso o negligencia. Su pediatra podrá también detectar y tratar cualquier lesión o afección médica, recomendar terapia y proveer la información necesaria a los investigadores. El médico también puede atestiguar en la corte si es necesario para obtener protección para el niño o para enjuiciar a la persona de la que se sospecha ha cometido el abuso o negligencia.

Si su niño ha sido abusado, usted puede ser la única persona que lo pueda ayudar. No existe razón alguna para demorar el denuncio si usted sospecha abuso. Ignorar o negar el problema sólo empeorará la situación, permitiendo que el abuso o negligencia continúe y reduciendo la posibilidad de que su niño tenga buena salud física y mental y un bienestar óptimo.

En caso de abuso o negligencia, la seguridad del niño debe ser lo más importante. El niño necesita estar en un entorno seguro y libre de la posibilidad de que el abuso o negligencia continúe.

Cómo prevenir el abuso y la negligencia

Las principales razones para el maltrato físico y psicológico de los niños dentro de la familia con frecuencia se deben al aislamiento, estrés y frustración de los padres. Los padres necesitan apoyo y tanta información como sea posible para poder criar a sus hijos de forma responsable. Es necesario enseñarles a los padres a sobrellevar sus propia frustración e indignación (ira) sin desahogarse con sus niños. También necesitan de la compañía de otros adultos que los escuchen y los ayuden durante las crisis.

Los grupos de apoyo a través de organizaciones comunitarias locales suelen ser primeros pasos útiles para aliviar parte del aislamiento o la frustración que pueden sentir los padres. Los padres que sufrieron abusos cuando eran niños tienen una necesidad particular de apoyo. Enfrentar, abordar y curar la salud mental y emocional de los padres requiere mucho coraje y perspicacia. Pero esta es a menudo la mejor manera de reducir las probabilidades de que el abuso pasado se transmita a la próxima generación de niños.

Supervisión personal y participación en las actividades de su niño son las mejores formas de prevenir abuso físico y sexual fuera del hogar. Preste atención detallada a lo informes sobre su niños y a las reacciones que tiene sobre sus experiencias en la escuela o centro de cuidado infantil. Indague siempre que su niño le diga que ha sido maltratado o si tiene un cambio de comportamiento inesperado y sin razón.

Aunque usted no quiere asustar a su niño, puede enseñarle algunas reglas básicas sobre la seguridad sin que se sienta amenazado. Enséñele a mantener distancia de los extraños, a no deambular (dar vueltas) por zonas que no conoce y a decir "no" cuando alguien le pide que haga algo que no quiere hacer, y a decirle siempre si alguien lo ha lastimado o lo hace sentir mal.

Recuerde

Una comunicación abierta y bilateral (de ambos lados) con su niño le da la mejor posibilidad de enterarse pronto si un problema ocurre. Haga hincapié en que el niño no se verá en problemas si le cuenta sobre un abuso o cualquier acontecimiento confuso.

En lugar de enseñarle al niño que está rodeado de peligros, enséñele que es fuerte y capaz y que puede contar con usted para mantenerlo a salvo, mientras que él o ella le comunique lo que pasa.

Información adicional

Última actualización
5/5/2022
Fuente
Adapted from Caring for Your Baby and Young Child: Birth to Age 5 7th Edition (Copyright © 2019 American Academy of Pediatrics)
La información contenida en este sitio web no debe usarse como sustituto al consejo y cuidado médico de su pediatra. Puede haber muchas variaciones en el tratamiento que su pediatra podría recomendar basado en hechos y circunstancias individuales.
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