Si bien las comidas constituyen la mayor parte de la ingesta nutricional de un niño, la mayoría de ellos comen al menos un refrigerio al día. Mientras que muchos de los refrigerios que se ofrecen a los niños comúnmente suelen ser de menor valor nutritivo que las comidas, los refrigerios aún pueden respaldar, complementar e incluso mejorar, el plan general de alimentación saludable del niño. He aquí cómo:
Use los refrigerios como una manera de aumentar la ingesta de frutas y verduras. La mayoría de los niños no comen la
cantidad recomendada de frutas y verduras. Los refrigerios ofrecen una gran oportunidad para mejorar el acceso y la exposición a estos alimentos ricos en nutrientes. Considere la posibilidad de combinarlos con productos o sustitutos lácteos (como las uvas y el queso), las proteínas magras (como el apio y la mantequilla de maní) o cereales y panes integrales (como el sándwich de banana en pan integral).
Tenga a mano en casa una variedad de alimentos saludables. Es mucho más fácil preparar refrigerios simples y saludables cuando se tiene a mano algunos artículos clave en casa. Las ideas incluyen diferentes tipos de frutas y verduras crudas, salsa de yogur, puré de garbanzos y bastones de queso.
Evite los alimentos procesados y azúcares agregados. Los alimentos procesados (elaborados en una fábrica y que se venden en bolsas y cajas) no tienen muchos nutrientes y con frecuencia tienen una gran cantidad de azúcar y sal. Además, después de comer alimentos procesados, es posible que los niños vuelvan a tener hambre más rápido. Consulte Los refrigerios y los alimentos azucarados en la escuela: explicamos la política de la AAP para obtener más información.
Enséñeles a sus hijos a comer un arco iris de colores. Coloque los alimentos de sus hijos de manera atractiva para mostrarles la belleza de los alimentos frescos y de colores brillantes. Hable acerca de las granjas de donde proceden los alimentos y de los agricultores que contribuyen al crecimiento de estos.
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