Su hijo necesita que usted sea su padre, no su amigo. Con suerte, no siente la necesidad de agradar a su hijo en todo momento; los padres que tienen esta necesidad están destinados a ser ineficaces, a frustrarse y desilusionarse. Solo con decir no, puede aclarar quien está a cargo, establecer límites, crear valores y mostrar la guía como padre que los niños desean y necesitan. Los niños necesitan amar y ser amados, y por lo tanto, es necesario enfocarse y castigar solo la actividad específica, no culpar ni criticar al niño como tal, ya que esto hace que se sienta avergonzado, inepto y no merecedor de amor.
El castigo puede ser un elemento importante en cualquier enfoque dirigido a cambiar el comportamiento del niño. Existen varios tipos de castigo y el que escoja debe ajustarse a la necesidad o al hecho. Aunque los niños tienen necesidad de control de los padres, ese control debe variar de acuerdo a las diferentes edades o etapas de desarrollo. La forma de disciplina que utiliza con un niño de seis años posiblemente no funcione ni sea apropiada cuando ese niño tenga diez.
Los niños pueden sentirse culpables por un comportamiento inadecuado o por no hacer lo correcto, y un castigo apropiado y leve a menudo calma esa culpa. Al igual que cualquier otra persona, los niños tienen el derecho a cometer errores y aprender de sus experiencias.
Aquí presentamos algunas formas de castigo.
Consecuencias naturales
Como resultado de las acciones propias de un niño, naturalmente ocurren ciertas consecuencias o reacciones, a menos que alguien intervenga. Por ejemplo, no cuidar un juguete puede resultar en que ese juguete ya no funcione. Burlarse de los compañeros de juego puede ocasionar que el niño pierda a sus amigos, lo golpeen o que se burlen de él.
Consecuencias lógicas
En determinadas situaciones una consecuencia natural puede ser muy peligrosa. Por ejemplo, andar en bicicleta en la calle puede resultar en un accidente o una lesión. Por lo que en cambio, el padre proporciona un castigo o consecuencia que parece lógica y demuestra una relación razonable entre el comportamiento y la consecuencia. Por ejemplo, si el niño monta su bicicleta en una calle muy transitada, eso puede resultar en la restricción del uso de la bicicleta por una semana.
Castigo por un comportamiento
Puede dar un castigo leve en respuesta a un comportamiento para el cual no exista consecuencia natural o lógica. El castigo debe involucrar algo importante para el niño. Por ejemplo, cuando un niño no cuida a su mascota, es posible que pierda los privilegios de la televisión. Estos castigos por comportamiento se deben discutir con calma antes de instituirlos. Las reglas y expectativas deben ser claras, preferiblemente se deben explicar por anticipado y no se deben presentar como una sorpresa, una amenaza o un castigo.
Pausa obligada
Esta es una forma efectiva de lidiar con el comportamiento impulsivo, agresivo u hostil de un niño, lo que a menudo incluye golpes, hacer berrinches, tirar los juguetes, poner sobrenombres, lloriquear, interrumpir, humillar o desobedecer directamente un orden de parar una acción en particular. Esto no es útil para un niño cuyo único comportamiento problemático reconocible es enojo, llanto o lloriqueo. Para estos niños, es importante descubrir la raíz o el propósito de estos comportamientos. Los excesos ocasionales de este tipo pueden ser expresiones emocionales de frustración o decepción que son normales y se deben permitir. Para un niño con un déficit de atención, se necesitan menos expectativas y menores consecuencias.
Una pausa obligada quita la atención que los niños están recibiendo por su comportamiento y por lo tanto no refuerza el comportamiento. Además, permite que tanto el padre como el niño se calmen, disminuyendo las probabilidades de que ambos se enfrenten enojados o haya luchas de poder. Esto da lugar a que los padres se enfoquen en el comportamiento específico y racional y permite interacciones para regresar rápidamente a la normalidad.
A continuación se muestran algunos otros puntos que debe considerar sobre las pausas obligadas:
- Hable con el niño sobre el uso de las pausas obligadas y sobre el comportamiento que causa el problema específico. Es posible que sea necesario medir los cambios de comportamiento de tal manera que ambos puedan saber si las pausas obligadas están funcionando.
- Utilice las pausas obligadas inmediatamente después de que ocurre el comportamiento específico. Utilice la regla de "diez más la edad del niño", es decir, envíe al niño a una pausa obligada a los diez segundos de que ha ocurrido el mal comportamiento, sin pronunciar más de diez palabras (con calma). La pausa obligada debe durar un minuto por año de vida, hasta la edad de once o doce años.
- Envíe al niño a un lugar previamente seleccionado que sea seguro, aburrido y lejos de las áreas transitadas de la casa. No use un lugar que el niño encuentre entretenido ni que le dé miedo. No arrastre ni empuje al niño hacia ese lugar. Por cada minuto que proteste por ir a la pausa obligada, puede agregar una consecuencia.
- Utilice un cronómetro que él pueda ver y cuyo sonido pueda escuchar cuando termine la pausa obligada. Permita que el niño tome la responsabilidad de permanecer e irse del lugar.
- Hable con su hijo después de la pausa obligada, cuando ambos estén calmados, y explíquele el comportamiento específico que derivó la pausa obligada. Si su hijo aún está enojado o enfadado, dele más tiempo para que se calme. No actúe enojado ni se disculpe, y no le pida a él que se disculpe.
- Las pausas obligadas requieren cierta práctica antes de que sean medios efectivos para modificar un comportamiento.
- Busque consejo profesional para lidiar con un niño que se rehúsa a quedarse en la pausa obligada, que deja la habitación antes de que haya terminado, daña la habitación o continúa con el mismo comportamiento reiteradamente a pesar de las pausas obligadas.
Cuando la pausa obligada no funciona
Cuando la pausa obligada no funciona, considere lo siguiente:
- ¿Está utilizando la pausa obligada de manera correcta y constante?
- Revise los pasos que toma para iniciar la pausa obligada. Los dos errores más comunes que los padres cometen en las pausas obligadas son (1) hablar demasiado, (2) molestarse y enojarse.
- ¿Son sus expectativas realistas para su hijo y para la situación específica?
- ¿Hay cambios que puede hacer en el ambiente que reducirían el conflicto? Por ejemplo, ¿debe su hijo hacer la tarea justo antes de la comida, cuando tiene hambre? ¿Está su hijo cansado o irritable y necesita algún tiempo a solas antes de estar listo para realizar una tarea?
- ¿Es su esposa u otro adulto más efectivo para poner a su hijo en pausa obligada o llegar a un acuerdo con él en una situación en particular?
- ¿Hay otros factores estresantes o cambios en sus vidas que afecten a su hijo o a usted?
Regaños y desaprobación
Utilice este enfoque con moderación y solo cuando los padres estén a cargo de sus propias emociones. Cuando lo aplique, debe hacerlo poco después del comportamiento no deseado, enfocándose en el comportamiento específico.
Los regaños nunca se deben hacer de manera acosadora, humillante, cínica ni sarcástica debido a que eso puede hacer que el niño experimente sentimientos de vergüenza y resentimiento. El problema del comportamiento en sí se puede "perder" en este clima emocional turbulento. El enojo de los padres es normal pero no debería ser excesivo ni salirse de las proporciones de lo que el niño hizo para provocarlo.
Castigo físicos
Los padres a menudo preguntan, "¿debo darle nalgadas a mi hijo a modo de castigo?" Muchos padres a veces al perder la paciencia o provocados por el enojo o el miedo, les dan nalgadas a sus hijos a modo de castigo. Por ejemplo, si un niño corre hacia la calle, es posible que el padre corra hacia él y, en un momento de ansiedad por el bienestar del niño, le dé unas nalgadas para enfatizar su sentimiento de urgencia o preocupación. En realidad, esta es la forma en la que el padre expresa la desaprobación la cual es un elemento disuasorio en esta situación, no las nalgadas.
Es posible que las nalgadas calmen la frustración del padre por el momento y hagan que el comportamiento no deseado no se repita por un tiempo breve. Pero esta es la forma menos efectiva de disciplinar. Es emocionalmente dañina para el padre y para el niño. No solo puede resultar en daño físico, sino les enseña a los niños que la violencia es una forma aceptable de disciplinar o expresar enojo. Aunque deje ese comportamiento temporalmente, esto no le enseña un comportamiento alternativo. Además, interfiere con el desarrollo de la confianza, el sentido de seguridad y la comunicación efectiva. (Dar nalgadas como castigo a menudo se convierte en el método de comunicación). Además puede causar dolor emocional y resentimiento.