Casi todo el mundo conoce a Linus (Van Pelt), el personaje de Charles Schulz, y su mantita (frazada/cobija). La arrastra consigo donde sea que vaya, mordiéndole una punta o acurrucándose con ella cuando las cosas se complican. Los objetos de seguridad, como las mantas, son parte del sistema de apoyo emocional que todo niño necesita durante sus primeros años.
Por supuesto, es posible que su hijo no escoja una manta. Tal vez prefiera un juguete blando. Lo más probable es que haga su elección entre los ocho y los doce meses de edad y la mantenga durante varios años. Cuando esté cansado, lo ayudará a dormir. Cuando esté separado de usted, lo reconfortará. Cuando esté asustado o molesto, lo calmará. Cuando esté en un lugar extraño, lo ayudará a sentirse como en casa.
De la dependencia a la independencia
Estas cosas que ofrecen un consuelo especial se llaman objetos de transición, porque ayudan a los niños a hacer la transición emocional de la dependencia a la independencia. En parte funcionan porque se sienten bien: son blandos, que se puden mimar y son agradables de tocar. Son también eficaces debido a su familiaridad. Estos objetos "cariñosos" tienen el olor de su hijo y le recuerdan la comodidad y seguridad de su propia habitación. Lo hacen sentir que todo va a estar bien.
Pese a los mitos que dicen lo contrario, los objetos de transición no son un signo de debilidad ni de inseguridad, por lo que no hay motivo para impedir que su hijo use uno. De hecho, un objeto transicional puede ser tan útil que tal vez incluso desee ayudarlo a elegir uno e incorporarlo en su ritual nocturno.
Tener un duplicado es una buena idea
También puede hacer la cosa más fácil para usted teniendo dos objetos de seguridad idénticos. Al hacer esto podrá lavar uno mientras el otro está en uso, evitando así una posible crisis emocional a su bebé (y a usted) y un objeto cariñoso muy estropeado.
Si su bebé elige una manta grande como objeto de seguridad, fácilmente puede convertirla en dos mantas cortándola a la mitad. El niño tiene escasa noción de tamaño y no se dará cuenta del cambio. Si, en lugar esto, eligió un juguete, intente encontrar otro igual lo antes posible. Si no comienza a rotarlos desde el principio, es posible que su hijo rechace el segundo objeto porque se siente demasiado nuevo y raro.
No se preocupe si su hijo se chupa el dedo
Los padres suelen preocuparse de que los objetos de transición promuevan que el niño se chupe el pulgar, y en efecto a veces lo hacen (aunque no siempre). Pero es importante recordar que chuparse el pulgar u otro dedo es una forma normal y natural que tiene el niño para reconfortarse. Gradualmente irá abandonando el objeto de transición y el dedo que se chupa a medida que madure y descubra otras maneras de sobrellevar el estrés.
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