Antibióticos: ¿Qué significa el nombre?
El término antibióticos literalmente significa "contra la vida"; en este caso, contra los microbios. Existen muchos tipos de antibióticos: antibacterianos, antivirales, antimicóticos y antiparasitarios. Algunos medicamentos son eficaces contra varios organismos; a estos se les llama antibióticos de amplio espectro. Otros son eficaces solo contra unos cuantos organismos y se les llama antibióticos de espectro reducido. Los antibióticos de uso más común son los antibacterianos. Su hijo puede haber recibido ampicilina para una infección de oído o penicilina para una garganta con estreptococos.
Cuando un hijo se enferma, los padres se preocupan. Aún si tiene solo un resfriado leve que lo vuelve irritable y malhumorado o un dolor de oído que solo duele un poco; estos momentos pueden ser muy estresantes. Por supuesto, usted quiere darle el mejor tratamiento posible. Para muchos padres, esto quiere decir llevarlo al pediatra y salir de la clínica con una receta médica para antibióticos.
Pero necesariamente no es lo que ocurrirá durante la visita al médico. Después de examinar a su pequeño, el pediatra puede decirle que con base en los síntomas de su hijo o tal vez los resultados de alguna prueba, los antibióticos sencillamente no son necesarios.
Muchos padres les sorprende esta decisión. Después de todo, los antibióticos son medicamentos poderosos que han aliviado el dolor y el sufrimiento de los humanos por décadas. Incluso han salvado vidas. Pero muchos médicos no acuden a estas prescripciones tan rápido como solían hacerlo. En años recientes, se están percatando de que hay desventajas al elegir antibióticos: si estos medicamentos se usan cuando no se necesitan o se toman de manera incorrecta, de hecho pueden poner a su hijo en un riesgo de salud más elevado. Así es, los antibióticos se deben recetar y usar con precaución o sus beneficios potenciales disminuirán para todos.
Un vistazo al pasado
Las enfermedades graves que alguna vez mataron a miles de jóvenes anualmente han sido casi eliminadas en muchas partes del mundo gracias al uso generalizado de las vacunas infantiles.
De manera muy parecida, el descubrimiento de los medicamentos antimicrobianos (antibióticos) fue uno de los logros médicos más significativos del siglo 20. Existen varios tipos de antimicrobianos: medicamentos antibacterianos, antivirales, antimicóticos y antiparasitarios (Aunque los antibacterianos muchas veces se conocen por el término general antibióticos, usaremos el término más preciso). Por supuesto, los antimicrobianos no son panaceas que pueden curar todas las enfermedades. Cuando se usan en el momento correcto, pueden curar muchas enfermedades graves y potencialmente mortales.
Los antibacterianos están diseñados específicamente para tratar las infecciones bacterianas. Miles de millones de bacterias microscópicas normalmente viven en la piel, el sistema digestivo y en nuestras bocas y gargantas. La mayoría son inofensivas para los humanos, pero algunas son patógenas (causan enfermedades) y pueden causar infecciones en los oídos, la garganta, la piel y otras partes del cuerpo. En la era anterior a los antibióticos, a principios de 1900, las personas no tenían medicamentos contra estos gérmenes comunes y como resultado, el sufrimiento humano era enorme. Aunque el sistema inmune del cuerpo que combate enfermedades muchas veces puede atacar exitosamente las infecciones bacterianas, a veces los gérmenes (microbios) son demasiado fuertes y su hijo puede enfermarse. Por ejemplo,
Antes de los antibióticos, el 90% de los niños que se contagiaban con meningitis bacteriana fallecían. Entre los niños que sobrevivían, la mayoría tenía discapacidades graves y duraderas, desde sordera hasta retraso mental.
Las infecciones de la garganta eran a veces una enfermedad mortal y las infecciones del oído a veces se pasaban del oído al cerebro, causando problemas graves.
Otras infecciones graves, desde la tuberculosis hasta la neumonía y la tosferina, eran causadas por bacterias agresivas que se reproducían a una velocidad extraordinaria y provocaban enfermedades graves y a veces la muerte.
El surgimiento de la penicilina
Con el descubrimiento de la penicilina y el comienzo de la era de los antibióticos, las propias defensas del cuerpo ganaron un poderoso aliado. En la década de 1920, el científico británico Alexander Fleming estaba trabajando en su laboratorio en el hospital St. Mary en Londres cuando, casi por accidente, descubrió una sustancia de crecimiento natural que podía atacar a ciertas bacterias. En uno de sus experimentos en 1928, Fleming observó que colonias de la bacteria común Staphylococcus aureus habían sido agotadas o eliminadas por un moho que creció en el mismo plato o placa de Petri. Él determinó que el moho elaboraba una sustancia que podía disolver las bacterias. Llamó a esta sustancia penicilina, por el nombre del moho Penicillium que la produce. Fleming y otros realizaron una serie de experimentos a en las 2 décadas siguientes usando penicilina que tomaron de los cultivos de moho que mostraron su capacidad de destruir bacterias infecciosas.
En poco tiempo, otros investigadores de Europa y Estados Unidos empezaron a recrear los experimentos de Fleming. Pudieron producir suficiente penicilina como para probarla en animales y luego en humanos. A partir de 1941, encontraron que incluso los niveles bajos de penicilina curaban infecciones muy graves y salvaban muchas vidas. Por sus descubrimientos, Alexander Fleming ganó el Premio Nobel de Fisiología y Medicina.
Las compañías farmacéuticas estaban muy interesadas en este descubrimiento y empezaron a producir penicilina con propósitos comerciales. Se usaba bastante para tratar a los soldados durante la Segunda Guerra Mundial, curando infecciones por heridas en el campo de batalla y neumonía. De mediados a finales de la década de 1940, se volvió ampliamente accesible para el público en general. Los titulares de los periódicos la llamaban el medicamento milagroso (aunque no existe ningún medicamento que realmente merezca esa descripción).
Con el éxito de la penicilina, empezó la carrera para producir otros antibióticos. En la actualidad, los pediatras y otros médicos pueden elegir entre docenas de antibióticos del mercado, y se recetan en cantidades muy altas. En Estados Unidos, cada año se hacen por lo menos 150 millones recetas médicas para antibióticos, muchas de ellas para niños.
Problemas con los antibióticos
El éxito de los antibióticos ha sido impresionante. Al mismo tiempo, la emoción por los mismos ha sido atenuada por un fenómeno llamado resistencia a los antibióticos. Este es un problema que surgió poco después de la introducción de la penicilina y ahora amenaza la utilidad de este importante medicamento.
Casi desde el principio, los médicos notaban que en algunos casos, la penicilina no era útil contra ciertas cepas de Staphylococcus aureus (bacterias que causan infecciones en la piel). Desde entonces, este problema de la resistencia ha ido creciendo e involucrando a otras bacterias y antibióticos. Este es un problema de salud pública. De forma creciente, se ha vuelto más difícil tratar algunas infecciones graves, forzando a los médicos a recetar un segundo o incluso tercer antibiótico cuando el primer tratamiento no funciona.
En vista de esta creciente resistencia a los antibióticos, muchos médicos se han vuelto mucho más cuidadosos cuando recetan estos medicamentos. Ven la importancia de recetar antibióticos solo cuando son absolutamente necesarios. De hecho, una encuesta reciente practicada en médicos de consultorios, publicada en JAMA: The Journal of the American Medical Association en 2002, demostró que los médicos redujeron la cantidad de prescripciones de antibióticos que recetaron a niños con infecciones respiratorias comunes aproximadamente en un 40% durante la década de 1990.
Los antibióticos se deben usar de manera inteligente y solo como lo indica el pediatra. Si se siguen estas normas, las propiedades curativas de estas sustancias se conservarán para su hijo y las generaciones por venir.