El número de víctimas es devastador entre la juventud estadounidense, especialmente las jovencitas. Diagnosticarse y tratarse puede ser un asunto de vida o muerte. Esto es lo que puede hacer para saber cómo ayudar a su hijo.
Los trastornos alimentarios como la anorexia, bulimia y las comilonas involucran una fijación en el peso que puede provocar alteraciones severas en la alimentación y las funciones del organismo. Los trastornos alimentarios pueden surgir rápido y convertirse en peligrosos igual de rápido. En cuestión de semanas, las personas que desarrollan trastornos alimentarios pueden terminar en el hospital. Tienen un índice de mortalidad significativamente más alto que cualquier otra condición psiquiátrica.
“Si los padres sospechan que su hijo tiene un trastorno alimentario, esta no es una situación de esperar para ver”, advierte el Dr. Dave Rosen, FAAP, profesor clínico, Departamento de Pediatría y enfermedades contagiosas, Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan. Reconocer las señales de un trastorno alimentario e intervenir rápidamente puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Percepciones del peso
De los millones que sufren de trastornos alimentarios, 90 por ciento son mujeres entre las edades de 12 y 25 años. El origen de los trastornos alimenticios puede ser la percepción de la persona de que tiene un peso corporal anormalmente alto. Esto es generalmente cierto con la anorexia.
La anorexia, que ocurre con más frecuencia en adolescentes, es una condición en la que la persona afectada literalmente se mata de hambre y se rehúsa a mantener incluso el peso corporal más bajo. Los anoréxicos también pueden eliminar los alimentos al vomitar o abusar de los laxantes. Pueden hacer ejercicio en exceso. Aunque son extremadamente delgados, siempre se “ven” gordos. Los médicos diagnostican anorexia cuando alguien pesa 15 por ciento menos del peso corporal normal para su edad y altura.
Comilonas y purga
La bulimia ocurre con más frecuencia en adolescentes mayores, que pueden estar en cualquier lugar entre levemente debajo del peso a obesos, pero nunca con tan poco peso con un adolescente con anorexia. Las personas con bulimia frecuentemente comen en exceso, atragantándose con miles de calorías, con frecuencia altos contenidos de carbohidratos y grasa. Durante la comilona, quienes la padecen, se sienten completamente fuera de control. La comilona termina solo cuando el estómago les duele, se quedan dormidos u otra persona los interrumpe.
Después de la comilona viene la purga. El dolor de estómago y el temor a aumentar de peso pueden provocar que la persona se induzca el vómito (algunas veces con el medicamento ipecac) o a utilizar laxantes o diuréticos para eliminar la comida de sus cuerpos tan rápido como sea posible. El ciclo se repite por lo menos dos veces por semana o cuando es más severo, varias veces al día.
Las comilonas son similares a la bulimia pues involucran una comilona, pero no seguidas de una purga. Es un trastorno muy real para algunos, pero aún no se ha definido como trastorno psiquiátrico debido a falta de investigación. “Consideramos que son genéticas y otras anormalidades psicológicas subyacentes a la anorexia y bulimia” dice Rosen. “No sabemos eso sobre el trastorno alimenticio de las comilonas”. Las comilonas afectan casi tanto a hombres como a mujeres. Los sentimientos de culpa después de una comilona provocan que la persona repita el comportamiento.
Señales que de algo anda mal
Los síntomas más comunes de los trastornos alimentarios pueden incluir:
Los niños con trastornos alimentarios pueden parecer ansiosos a la hora de la comida o prefieren comer solos. Los anoréxicos desarrollan insomnio, anemia, pelo fino que cubre el cuerpo denominado lanugo o cabello y uñas quebradizos.
Si su niño sufre de bulimia, también puede presentar visitas largas y frecuentes al baño durante o después de las comidas. Una persona bulímica también puede tener mejillas o glándulas inflamadas, caries y dedos enrojecidos por inducirse el vómito. Los comilones pueden sufrir de dolor en las articulaciones.
Con todos los trastornos alimenticios, la negación puede ser uno de los síntomas. Es posible que los amigos o familiares deban insistir en que la persona que los padece busque ayuda pues las complicaciones pueden ser severas o fatales.
Consecuencias severas
Una cantidad tan alta como una de cada diez personas con anorexia mueren debido a pérdida severa de peso o suicidio. Los músculos del corazón se pueden debilitar. Los cambios hormonales pueden provocar infertilidad, pérdida del tejido de los huesos o retraso en el crecimiento. Una alteración en los niveles de minerales y fluidos corporales puede crear un desbalance de electrolitos, lo que puede ser fatal. Puede haber daño a los nervios o al cerebro, convulsiones o pérdida de sensaciones.
Las personas que sufren de bulimia pueden experimentar deshidratación, úlceras pépticas o pancreatitis. Los bulímicos y anoréxicos pueden tener estreñimiento a largo plazo.
Los comilones pueden sufrir presión sanguínea alta, niveles de colesterol elevados, enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 o enfermedad de la vesícula biliar.
Cómo buscar ayuda médica
Si sospecha que su hijo puede tener un trastorno alimentario, el Dr. Rosen sugiere un acercamiento tranquilo. “Si los padres se acercan a sus hijos de manera comprensiva sin confrontación y de una manera que invite a la revelación”, dice, “los niños que luchan con esto tienen más probabilidades de buscar ayuda en sus padres sobre cualquier problema que puedan tener”.
Un médico con frecuencia diagnostica un trastorno alimentario al preguntar al paciente sobre sus hábitos alimentarios y de ejercicios e imagen corporal. Puede realizar un conteo sanguíneo completo (CBC) para detectar anemia u ordenar un electrocardiograma, rayos X del pecho, prueba de densitometría ósea, pruebas de diagnóstico por imágenes para detectar daño en el cerebro o tracto digestivo o pruebas de distintos órganos.
Aunque los trastornos alimentarios no se curan, el diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado pueden garantizar una recuperación duradera. El tratamiento con frecuencia incluye educación nutricional, psicoterapia y asesoría familiar. Aunque el Dr. Rosen está de acuerdo en que algunos medicamentos pueden ayudar para la bulimia, advierte que no se debe tratar la anorexia con medicamentos. Por otro lado, las personas que sufren de anorexia también pueden sufrir de otros trastornos emocionales. Los médicos pueden tratar simultáneamente estas condiciones con medicamentos.
No solo para niñas
Aunque los trastornos alimentarios afectan desproporcionadamente a las mujeres, Rosen advierte a los padres que no ignoren los hechos de que los niños también pueden tener trastornos alimentarios. No hay un motivo particular. En lugar de ello, las circunstancias pueden facilitar el camino a un trastorno en un muchacho predispuesto a esta condición. Una diversidad de factores, que cruzan la línea de los géneros, puede influenciar el riesgo, incluso la genética, la presencia de trastornos emocionales, comportamiento familiar y mensajes poco saludables de los medios.
Aún así, los padres pueden ayudar a evitar los trastornos alimentarios al comportarse como modelos a seguir de una imagen corporal saludable. “Si usted es madre de niñas y está a dieta todo el tiempo, es muy difícil decir a su hija que debe sentirse satisfecha con su propia apariencia”, previene el Dr. Rosen.
También es muy importante ser cauteloso con los mensajes que transmiten los medios a sus hijos, se denomina alfabetización de los medios. “Si usted es una persona joven y todas las imágenes que ve en los medios muestran una figura específica, puede asumir equivocadamente que ese es el cuerpo que todos debemos tener”, dice el Dr. Rosen. “Los niños deben aprender a cuestionar lo que ven en todo tipo de medios y a establecer expectativas más realistas sobre ellos mismos”.
Desde luego, muchos adultos pueden seguir el mismo consejo.