¿Cómo serían las cosas si ser padre de un adolescente fuera un trabajo como cualquier otro, publicado en los anuncios clasificados? Imagínese tomar los clasificados y encontrar esto:
Tenemos una plaza vacante emocionante y exigente en nuestro departamento de crecimiento y desarrollo. Estará a cargo de preparar a un pequeño pero dinámico equipo de adultos jóvenes promisorios. Esté preparado a dedicar una infinidad de horas y esperar que su autoridad sea desafiada continuamente. Se requiere fluidez en dos idiomas: el suyo y el de ellos. Otros prerrequisitos incluyen paciencia infinita y un conocimiento práctico de psicología, sociología, cultura popular y todo el programa de estudios de la escuela secundaria y la universidad.¡automóvil es indispensable!Cero oportunidad de crecer; descenso de categoría profesional obligatorio en varios años. No se preocupe por enviar expectativas salariales; simplemente no hay.
Si no tiene ya este trabajo, seguramente lo pasara de largo para ver otros en la página.
La adolescencia puede ser un reto para los padres. Su hijo adolescente puede ser a veces una fuente de frustración y exasperación, sin mencionar el estrés económico. Pero estos años también traen muchos, muchos momentos de alegría, orgullo, risa y acercamiento. Con mucha frecuencia, sin embargo, nuestra cultura parece enfatizar de más los estereotipos globales de la adolescencia, muchos de ellos negativos. Infinidad de libros, películas y noticias crean retratos sensacionalistas de jóvenes insatisfechos burlándose de la autoridad en cada oportunidad y muchas veces metiéndose en problemas serios. Como resultado, los logros de los jóvenes buenos que representan a la mayoría de los cerca de sesenta millones de adolescentes estadounidenses tienden a quedar relegados en segundo plano.
La pediatra de Denver Marianne Neifert se opone al bombardeo de mensajes denigrantes que los padres reciben sobre la adolescencia. Como madre de cinco hijos que ya son adultos, ella ve un paralelismo entre la supuesta “adolescencia turbulenta” y lo que se conoce como los “terribles dos”. Igual que no todos los niños pequeños pasan por los terribles dos en la misma forma, no todos los niños se transforman en una criatura caprichosa al cumplir doce. Asumir que los años de la adolescencia estarán cargados de conflictos puede distorsionar nuestra percepción del comportamiento de nuestro hijo y convertirse en una profecía ineluctable, dice la Dra. Neifert, “porque los hijos tienden a estar a a la altura de las expectativas que tenemos de ellos”.
Estudios recientes arguyen la creencia arraigada de que la adolescencia es inherentemente una edad problemática. Cuatro de cada cinco jóvenes pasan la adolescencia sin problemas serios, mientras que en una encuesta nacional de 1998 que incluyó más de mil jóvenes de trece a diecisiete años, el 97 por ciento dijo que se llevaba “muy bien” o “bastante bien” con sus padres.