Juego
Durante el juego, hay menos probabilidad de que su hija pretenda ser la figura heroica que comúnmente se ve entre los niños hombres; en cambio, el juego de las niñas suele girar alrededor de temas de la escuela o domésticos (mecer a un "bebé" hasta que se duerma, o colocarle una curita a su muñeca).
Cuando juega, su hija no se inclina tanto como su hermano a entablar luchas con sus amigos. En cambio, ella resuelve las diferencias al hablarlas. Si hay desacuerdos sobre las reglas, es más probable que las niñas sugieran llegar a un acuerdo al decir "Cambiemos las reglas" o "Juguemos otra cosa". Es menos probable que se griten, pues sienten que es más importante mantener la relación que imponerse durante un desacuerdo. En sus juegos, suelen tomar turnos, no como los varones.
Recuerde que los niños aprenden a través del juego, así que exhorte a sus hijas (e hijos) para que experimenten una gran variedad de juegos. Deben dárseles juguetes y guiárseles para que participen en actividades que van más allá de los estereotipos de su sexo. Así que, aunque está bien darle una muñeca a su hija, ofrézcale también juguetes tradicionales de hombres, además de materiales con los que pueda jugar de forma creativa, al darle oportunidades para hacer algo con plastilina, tela o plumas.
Amigos y relaciones sociales
Parece haber diferencias de género fundamentales entre la forma en que las niñas y los niños se perciben a sí mismos y se relacionan con el mundo a su alrededor. Comparados con los varones, es mucho más probable que las niñas relacionen sus identidades personales con sus amistades, que son principalmente con otras niñas. Su concepto de sí mismas está organizado alrededor de poder formar y mantener estas relaciones. Mucho más que los varones, las niñas aprecian y parecen necesitar tener conexiones con otras personas. Debido a esta tendencia, las niñas generalmente se consideran exitosas cuando son afectuosas y responsables. Las niñas también tienden a hablar sobre y analizar sus amistades mucho más que los hombres.
En nuestra cultura, las niñas han sido educadas para intimar en lo que conocemos cara a cara, y por lo tanto, se inclinan a tener interacciones basadas en la conversación con sus amigas. Estas conversaciones tienen la finalidad de crear y mantener las relaciones. Sí, los hombres hablan entre sí, pero sus interacciones tienden a ser de tipo "intimidad lado a lado", organizada alrededor de una actividad (jugar con un tractor o un juego de video) o un interés similar.
Más que los niños, las niñas suelen tener una "mejor amiga" o dos, aunque tales amigas especiales pueden cambiar con frecuencia. Compartirán sus secretos con y escribirán notas confidenciales a su mejor amiga. Las niñas suelen tomarse de las manos, abrazarse y coordinar ocasiones sociales solo para estar juntas, no porque haya una actividad específica planificada.
Es posible que su hija de once o doce años comente sobre sus relaciones en la mesa a la hora de la comida, mientras que es menos común que los varones se expresen de esta forma. Las niñas también están más inclinadas a verse emocionalmente afectadas cuando una amistad se rompe o cuando se mudan lejos de su mejor amiga.
La tendencia natural hacia las amistades segregadas por sexo en la etapa intermedia de la infancia tiene una consecuencia desafortunada. Limita las oportunidades de las chicas y los chicos de conocerse y apreciarse antes de que la atracción sexual de la pubertad los una. Idealmente, las niñas necesitan niños como amigos (y viceversa) si quieren tener buenas relaciones como adolescentes y buenos matrimonios como adultos. Debe fomentar y ofrecer oportunidades para que su hija en edad escolar juegue con niños. Sin embargo, lo más seguro es que se encuentre con algo de resistencia. Las niñas de esta edad simplemente prefieren jugar con niñas, y los niños con niños.
A medida que las niñas superan la etapa intermedia de la infancia y se acercan a la adolescencia, tienden a mostrarse poco entusiastas a tomar riesgos en las relaciones por el miedo de que otros se disgusten. Es posible que se abstengan de hacer valer sus derechos y atribuirse el crédito por sus logros. Puede que eviten criticar o estar en desacuerdo con otros, o hacer públicos sus gustos, deseos y necesidades. Posiblemente les cueste decir no a alguien con quien tienen una relación importante. Cuando las niñas tienen conflictos, suelen evitar la confrontación directa y, en cambio, toman represalias al intentar dañar las amistades o el estado social de la otra niña.
Aspectos académicos
Las niñas en edad escolar tienen ciertas ventajas sobre los niños en el salón de clases. En general, las niñas pueden poner atención por períodos más largos que los niños. Las destrezas verbales también tienden a madurar antes en las niñas.
Tradicionalmente, a las niñas les va mejor en la clase de Lenguaje y tan bien o mejor que a los niños en matemática a lo largo del quinto y sexto grados. Pero en el umbral de la adolescencia, y durante la adolescencia, las niñas que tenían las mejores calificaciones empiezan a bajar su rendimiento escolar en matemática. Para cuando su hija llegue a la escuela secundaria, los mejores estudiantes del curso de matemática de su clase serán, de forma desproporcionada, varones.
¿Cuál es el motivo de esto? Con frecuencia, los maestros tienen expectativas más bajas para las niñas en matemática, y es posible que se inclinen en favor de los niños. La investigación muestra que los maestros tienden a acudir a los niños durante la clase de matemática.
La brecha entre niños y niñas podría estar reduciéndose, sin embargo, porque muchos distritos escolares están haciendo esfuerzos por estimular y apoyar a las niñas en matemática. En algunas escuelas, los administradores han instituido clases de matemática y ciencia solo para niñas, con la idea de que las niñas se sentirán más confiadas y menos intimidades en este entorno de aprendizaje (ciertos estudios muestran que el mal desempeño en matemática está precedido por una pérdida de confianza en el tema).
Por supuesto, las niñas pueden tener un buen rendimiento en matemática y ciencia, y sus propias creencias y autoestima en esta área se ven fuertemente influenciadas por los padres (las bajas expectativas pueden ser una profecía autorrealizable). Hágale saber a su hija que lo que usted espera de ella en la escuela es un rendimiento igual de alto que para sus hermanos, y que las carreras en matemática y ciencia son igualmente apropiadas para ella que para los hombres.
Desarrollo emocional y autoestima
Las niñas maduran emocionalmente más pronto que los niños. En los años previos a la adolescencia, para ellas es más fácil expresar sus emociones verbalmente, y su autoestima tiende a ser sólida y resistente. Pueden ser muy vanidosas: seguras, aventureras, seguras y confiadas de su capacidad de hacer cosas valiosas en el mundo. Desde su punto de vista joven, todo es posible.
Sin embargo, a medida que las niñas se acercan y entran a la adolescencia, su autoestima puede volverse más frágil. En aproximadamente un tercio de las niñas, la baja en la autoestima es pronunciada y prolongada. La tristeza, ansiedad y trastornos de alimentación son más predominantes en las niñas que son ya casi adolescentes. Entre las edades de once y trece, algunas niñas pierden mucho de su espíritu y fortaleza emocional. Pueden desarrollar una crisis de confianza y deprimirse. Su optimismo se apaga y es menos probable que tomen riesgos. Para la adolescencia, es mucho más probable que las niñas, y no los niños, digan que "no son lo suficientemente buenas" para alcanzar todos sus sueños.
Para cuando entran a la escuela secundaria, menos de un tercio de ellas dice estar felices con su forma de ser. Cuando se trata de imagen corporal, los sentimientos negativos pueden empezar mucho antes. Tan pronto como los siete años, muchas niñas empiezan a autocriticar su cuerpo y hasta el cincuenta por ciento de las niñas de nueve años ya ha intentado hacer dieta. Algunas avanzan rápido a los trastornos alimenticios que suelen estar asociados con depresión e incluso ideas de suicidio.
Particularmente cuando las niñas entran a la adolescencia, se vuelven más renuentes a hacer valer sus derechos y atribuirse el crédito por sus logros. Puede que se abstengan de criticar o estar en desacuerdo con otros o a hacer públicos sus gustos, deseos y necesidades. Posiblemente se pongan metas menos desafiantes y elevadas, y pueden ver su futuro con más incertidumbre.
Por supuesto, este no es necesariamente el caso. Como padre, usted debe ayudar a su hija que atraviesa la etapa media de la infancia a mantener su sólido sentido de confianza y valor propio. Reconozca y refuerce las cualidades positivas de su pequeña. Aplauda sus esfuerzos y logros en cada oportunidad. Y para contrarrestar algunos de los mensajes que las niñas reciben de los medios de comunicación en cuanto a que su apariencia es crucial, ayude a su hija a valorar las cosas que hace y no cómo se ve.
Debido a que la adolescencia amenaza con reducir la individualidad, los padres deben ayudar a sus hijos a descubrir sus talentos e intereses únicos. Apoye a su niña en la idea de que está bien ser diferente; que eso la hace ser especial y valorada. Hable con su jovencita acerca de las cosas que le gusta de ella, y de cosas que a usted particularmente le gustan.
Además, hable con su hija acerca de sus sueños y sus ansiedades, y sobre lo que podría estar interponiéndose para que ella se sienta bien respecto de sí misma. Anímela a que crea que puede convertirse en cualquier cosa que ella elija. Ayúdele a buscar oportunidades para experimentar el éxito y recompénsela cuando sea decidida y muestre orgullo en sus logros.
Actividad física y deportes
La mayoría de los padres reconoce que es igual de importante que las niñas sean físicamente activas y estén en forma, como los niños. Afortunadamente, ahora las niñas en edad escolar tienen más oportunidades de participar en deportes organizados -desde softball hasta fútbol y gimnasia- que las que sus madres y abuelas tuvieron.
Al igual que los niños, las niñas pueden aprender muchas lecciones de la vida a través de su participación atlética, incluyendo el trabajo en equipo, la perseverancia, el pensamiento estratégico y la toma de riesgos. Aún así, es más probable que las niñas se topen con limitaciones asociadas a su participación atlética. Los padres con frecuencia se preocupan más porque las niñas se lastimen, y algunos padres todavía creen que la competitividad (sin mencionar ensuciarse) no es femenino ni "propio de una dama". Con demasiada frecuencia, se transmite que los niños están por naturaleza mejor dotados que las niñas para competir en deportes.
Haga énfasis en lo positivo de la actividad física de su hija, ya sea que participe en atletismo o practique danza clásica. Estimúlela para que desarrolle sus destrezas atléticas de acuerdo con sus intereses y capacidades. Los deportes son un entorno valioso en el cual ella puede demostrar su capacidad y disfrutar del éxito.