Por: Claire McCarthy, MD, FAAP
A medida que vemos a nuestros niños y adolescentes usar dispositivos digitales con más frecuencia para jugar videojuegos durante la pandemia del COVID-19, muchos padres se preguntan: ¿cuánto tiempo es demasiado?
La gente está pasando mucho más tiempo embebida con las pantallas digitales. Pero después de que sus niños se desconectan de sus labores escolares del día, ¿podemos dejarlos que pasen unas cuantas horas jugando videojuegos con sus amigos? ¿Cuándo el tiempo con los videojuegos reemplaza al tiempo que se pasa en la vida real con la familia y amigos es señal de adicción?
Exploremos el porqué los videojuegos son tan atractivos para los niños y lo que los padres pueden hacer para mantenerlos a raya.
Problemas de videojuegos: ¿quién corre riesgo?
Jugar videojuegos es divertido y una parte normal de la vida de los adolescentes. Pero hay un grupo pequeño de niños a quienes se les dificulta controlar el tiempo que pasan con los videojuegos.
Los investigadores están estudiando estos casos y aprendiendo más sobre quiénes corren riesgo y porqué. Durante un estudio de 6 años, se determinó que cerca de un 10 % de adolescentes tenían síntomas de pasar cantidades insanas de tiempo con los videojuegos y que empeoraban con el tiempo. Estos niños parecen tener ciertas cosas en común.
Es más probable que sean varones.
Juegan videojuegos a costa de tareas escolares, sueño, ejercicio y relaciones con la familia y amigos.
Pueden sufrir de depresión, ansiedad, timidez, agresión y problemas con el uso excesivo de los teléfonos celulares. Los niños con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) pueden ser particularmente vulnerables.
Esto se debe a que los videojuegos, como los juegos de azar/apuestas, pueden activar el sistema de recompensa del cerebro, según lo sugieren los estudios de investigación. Las compañías con frecuencia contratan psicólogos para ayudar a diseñar los juegos que hagan que los jugadores quieran seguir jugando.
¿Cuándo los videojuegos son malos para la salud?
No existe un diagnóstico oficial para determinar un trastorno de salud por videojuegos en los Estados Unidos, pero es probable que haya uno pronto. Los síntomas de problemas con videojuegos de internet se enumeran en un libro de referencias que usan los médicos de la salud mental. A continuación, las cosas que puede notar si su niño tiene hábitos malsanos con los videojuegos.
Está obsesionado con los videojuegos, se pone triste, irascible o ansioso cuando no se le permite jugar.
Desea jugar más y más y no puede jugar menos o dejar de hacerlo.
Ya no está interesado en otras actividades que solía disfrutar.
Miente sobre la cantidad de tiempo que pasa jugando videojuegos.
Usa los videojuegos para aliviar el mal humor.
Este es un problema que también se presenta en otras partes del mundo. La Organización Mundial de la Salud reconoce el "trastorno por videojuegos" como una afección oficial. Y en países como Corea del Sur y China, existen programas de tratamiento para ayudar a las personas adictas a los videojuegos.
¿Cómo pueden las familias prevenir la adicción a los videojuegos?
Hay algunas cosas que los padres pueden hacer para prevenir que los hábitos malsanos con los videojuegos sucedan. Mantenerse alerta del tiempo que los niños pasan con todo tipo de medios de comunicación puede ayudar. Aquí le decimos cómo.
Ponga en práctica un Plan para el Consumo de los Medios. Use nuestra herramienta para el consumo mediático para ayudarlo a determinar el tiempo que su niño pasa frente a una pantalla. Piense cuidadosamente qué actividades pueden estar siendo desplazadas por los videojuegos. Cerciórese de que los medios de comunicación, incluyendo a los videojuegos, no están desplazando a otas actividades como las tareas escolares, ejercicio o sueño.
Tenga presencia mental de cómo su niño usa los dispositivos electrónicos y los videojuegos y qué juegos y aplicaciones está bajando su niño. Cerciórese de que entiendan que los juegos de internet con frecuencia contienen mensajes ocultos y anuncios. También puede que recolecten información personal/privada sobre su niño.
Mantenga los videojuegos en áreas de uso común. Esto, por supuesto, no siempre es posible. Los adolescentes llevan sus teléfonos a sus habitaciones y hacen sus tareas escolares en sus computadores portátiles. Es casi imposible no perder de vista todo lo que hacen. Sin embargo, en la medida de lo posible, trate de mantener la actividad en un lugar donde todos puedan ver.
Jugar videojuegos juntos les da un buen ejemplo. No solo le ayuda a ver lo que están haciendo y cómo lo hacen, sino que también ayuda a poner ciertos límites al tiempo que pasan con los videojuegos.
Enfóquese en juegos de la vida real con los niños más pequeños. Los niños pequeños aprenden mucho cuando están en contacto con otras personas. Anímelos a jugar con juguetes, a leer libros y pintar con crayolas.
De un buen ejemplo y pida ayuda si la necesita. Los padres que son adictos a los videojuegos pueden ser más propensos a la depresión. Los padres distraídos no se dan cuenta de que sus niños necesitan atención y responden bruscamente. Si usted está teniendo dificultades para limitar el tiempo que pasa jugando videojuegos, no olvide que puede pedir ayuda. El tiempo que usted pasa jugando videojuegos compite con los momentos importantes que usted puede pasar con su niño. También dificulta tratar de convencer a su niño de que no haga lo mismo.
Recuerde:
La mayoría de los niños y adolescentes que juegan videojuegos no se vuelven adictos o tienen otros problemas. Pero cuando los videojuegos empiezan a interferir con otras partes de la vida, es hora de intervenir. Si su niño o adolescente se opone a sus esfuerzos para reducir los videojuegos, llame a su pediatra para pedir consejo. Su pediatra puede darse cuenta cuándo un adolescente tiene dificultades y sabe cómo brindar la ayuda que su niño necesita.
Información adicional:
Sobre la Dra. McCarthy:
La doctora Claire McCarthy, MD, FAAP es pediatra de medicina primaria en el Hospital Infantil de Boston, profesora auxiliar de atención pediátrica en la Universidad de Medicina de Harvard, editora veterana de las Publicaciones de Salud de Harvard, y portavoz oficial de la American Academy of Pediatrics. La doctora escribe sobre la salud y la crianza para el Harvard Health Blog, el Huffington Post y muchas otras publicaciones en línea e impresas.