El primer año en que su bebé se va a la universidad probablemente será el más difícil, tanto para los padres como para el nuevo estudiante de primer año que tendrá que completar el ritual de iniciación de pasar de la escuela secundaria a la universidad. Los padres deben recordar que mudarse a una residencia estudiantil no significa en realidad el ingreso a la independencia total.
Por esa razón, es importante que los padres jueguen bien sus cartas durante el primer año, para descubrir cómo equilibrar la participación de los padres con la distancia y para equiparar este acto de equilibrio con las necesidades individuales del niño.
Todos los padres desean tener la seguridad de que su hijo de primer año aún los ama, incluso los recuerda, a pesar de su separación geográfica. Puedo asegurarles de que llegará el momento, en un futuro no muy lejano, cuando recibirán todo el amor que merecen, pero posiblemente no sea durante el primer año lejos de casa.
Hasta que estén realmente sobre sus propios pies, probablemente serán bastante ambivalentes sobre el contacto con los padres. Ellos se sentirán felices, por supuesto, se mantendrán en comunicación y les informarán a los padres cómo les va, aunque posiblemente esto no será suficiente para el gusto de los padres.
Los jóvenes de diecisiete y dieciocho años que viven lejos de casa por primera vez usualmente quieren mantener una distancia justa para recordarse a sí mismos que son independientes. Pero algunos se van al otro extremo. No es inusual ver estudiantes caminar por el campus con los teléfonos celulares en la oreja y reportándose con sus padres varias veces al día. Todo con moderación. No les cuelgue el teléfono, pero no permita que los teléfonos celulares se vuelvan cordones umbilicales controlados por satélite tampoco. Hágales saber que se siente emocionado de escucharlos, y ciertamente deje las comunicaciones abiertas siempre, pero intente limitar las llamadas a una al día o menos.
Muchos padres expresan tristeza cuando visitan el campus por primera vez. Ellos tienen dificultad para comprender por qué su hijo parece descortés o avergonzado por su presencia. Ellos observan lo amigable que es su compañero de habitación con ellos, pero se sienten vacíos porque su propio orgullo y alegría los saluda con poco entusiasmo. (Por supuesto, nunca vieron cómo se comportaba de frío su compañero de habitación con sus padres). En lugar de sentirse lastimados, los padres deben comprender la ambivalencia que muchos alumnos de primer año de la universidad sienten al ver a sus padres en su propio nuevo territorio. Ellos aman a sus padres, pero ese amor hace que se pregunten si realmente están listos para ser independientes. Este conflicto de emociones crea confusión y ansiedad que se muestra como descortesía. Cuando se sienten confiados y pueden valerse por sí mismos, ellos se sentirán más cómodos al tener a sus padres de visita y les darán la bienvenida que se merecen.