Los niños en el grupo de 2 a 5 años de edad se motivan y desarrollan sus destrezas motoras de las conductas de juegos consigo mismos. Los juegos activos y jugar en el jardín, con amigos en el parque, o en habitaciones muy bien protegidas pueden ser excelentes fuentes de ejercicios además de cultivar relaciones importantes entre hijos y padres.
Los niños pequeños y en edad preescolar pasan mucho tiempo intentando dominar las destrezas básicas como correr, saltar, patear, brincar, saltar en un pie, atrapar y lanzar. Los niños adquieren la mayoría de estas destrezas en los primeros años de la escuela primaria.
Los adultos probablemente no entiendan que estas actividades requieren que los niños realmente se esfuercen. Gran parte del proceso de madurez para controlar los movimientos en los niños involucra el ser capaz de moverse en distintas direcciones sin caerse. Obviamente, dominar estas destrezas básicas es un paso fundamental que los niños deben llevar a cabo antes de seguir adelante.
Los bebés pueden apoyarse en la mayoría de casos en información visual y oral, pero los niños pequeños se alejan del concepto de que la boca sea el comando central. Comienzan a procesar señales y pistas desde el cerebro y oído interno que incluso pueden causar una disminución temporal en su habilidad para mantener un buen equilibrio mientras se aproximan a los cuatro o cinco años de edad.
Los niños pueden sentirse agobiados con estas señales al caminar o correr y deben concentrarse simplemente en mantenerse de pie. Poner toda su atención en el control del equilibrio puede interferir temporalmente con su habilidad de mejorar el rendimiento en otras destrezas si existen otras variables en el entorno, como otros jugadores o superficies de juego irregulares. Con el tiempo, saltar y correr se vuelve más fácil y mantenerse parado ya no requiere tanta concentración.
Si pudiéramos ver lo que está sucediendo en las mentes de algunos niños más pequeños, podría resultar muy educativo. Mientras los adultos gritan “¡Atrapa la pelota! ¡Atrapa la pelota!”, el niño podría estar pensando, “¡No te caigas! ¡No te caigas!”. Es por esto a que los equipos de fútbol antiguos se les llamaba fútbol de colmena; muchos jugadores simplemente se aglomeraban y seguían la pelota para intentar patearla, para desgracia del entrenador, quien se daba cuenta de que ninguno seguía las instrucciones de un juego que se definía a detalle minutos antes.
Existe obviamente una amplia gama de habilidades en este grupo de edades, pero relativamente pocos niños son realmente talentosos en estas destrezas básicas. Se ha descubierto que menos de la tercera parte de los niños entre 2 y 5 años de edad son en realidad precisos para lanzar y atrapar.