Regrese en su mente a la etapa de infancia y primeros meses de vida de su hijo. Era una época en que él aprendía acerca del mundo por medio de tocar, ver, manipular y escuchar. Ahora, como todo un niño de dos años, el proceso de aprendizaje se ha vuelto más meditado. Sus conocimientos del lenguaje han aumentado y está empezando a formarse imágenes mentales para cosas, acciones y conceptos. También puede resolver algunos problemas en su cabeza, practicar mentalmente bajo “prueba y error” en lugar de tener que manipular objetos físicamente. Además, a medida que se desarrollan sus habilidades intelectuales, comenzará a comprender conceptos sencillos relativos al tiempo, tales como “Puedes jugar después de que termines de comer”.
Su pequeño también está comenzando a comprender la relación entre los objetos. Por ejemplo, podrá hacer coincidir formas similares cuando le dé juguetes para ordenar formas geométricas y rompecabezas sencillos. También comenzará a reconocer el propósito de los números al contar objetos, especialmente el número dos. Y a medida que se desarrolla su comprensión del concepto de causa y efecto, se interesará mucho más en juguetes de cuerda y en encender y apagar electrodomésticos.
También notará que los juegos de su pequeñito se están haciendo más complejos. Aún más notorio será que comenzará a enlazar actividades diferentes para crear una secuencia lógica. En lugar de deambular de un juguete a otro, es posible que ponga una muñeca en la cama y luego la cubra con una frazada. O que pretenda alimentar a varias muñecas, una después de la otra. En unos cuantos años más, recopilará secuencias más largas y más elaboradas de situaciones fingidas, al actuar muchas de sus propias rutinas diarias, desde levantarse por la mañana hasta tomar un baño e irse a dormir por la noche.
Si tuviéramos que especificar la mayor limitación intelectual de esta edad, sería que su hijo sienta que todo lo que sucede en su mundo es el resultado de algo que ha hecho. Con una creencia como esta, se vuelve muy difícil para él comprender correctamente conceptos tales como la muerte, el divorcio o la enfermedad, sin sentir que él ha jugado algún un rol en el asunto. Así que si los padres se separan o se enferma algún miembro de la familia, a menudo los niños se sienten responsables.
Lograr razonar con un niño de dos años de edad es difícil con frecuencia. Después de todo, él ve todo en términos sumamente simples. Todavía confunde a menudo la fantasía con la realidad, a menos que practique activamente situaciones fingidas. Por lo tanto, durante esta fase, asegúrese de elegir sus palabras cuidadosamente: Comentarios que crea usted que son graciosos o divertidos, tales como “Si comes más cereal, explotarás”, de hecho pueden hacerlo entrar en pánico, ya que él no sabrá que usted está bromeando.