Por Susanna K. Jain, MD, FAAP y Ryan Padrez, MD, FAAP
Queremos que nuestras escuelas sean espacios seguros y acogedores donde todos los niños puedan aprender y prosperar. Es por eso que los distritos escolares de todo el país necesitan formas efectivas de lidiar con los estudiantes que rompen las reglas o amenazan con lastimar a otros.
Una forma de responder al comportamiento problemático es mantener a los niños fuera de la escuela durante un período breve (suspensión) o para siempre (expulsión). Pero según investigaciones que se remontan a tres décadas, está claro que sacar a los niños de la escuela no hace que las comunidades escolares sean más seguras. En cambio, estamos viendo resultados perjudiciales, ya que millones de niños son excluidos de los entornos de aprendizaje que enseñan cooperación, respeto, límites y más.
Explicación de la política de la AAP
Como pediatras, estamos sumamente preocupados por la seguridad escolar. También sabemos que los niños necesitan el tipo de disciplina y apoyo que los ayuda a dar lo mejor de sí mismos. Para nuestra
declaración de política de la American Academy of Pediatrics (AAP) sobre suspensiones y expulsiones escolares, hemos evaluado la investigación más reciente sobre lo que funciona y lo que no. Continúe leyendo para obtener más información.
Efectos de las políticas de tolerancia cero en las escuelas de EE. UU.
Cada año, más de 1.4 millones de niños de jardín de infantes a 12.º grado son suspendidos o expulsados de las escuelas en todo el país. La cifra ha aumentado en las últimas décadas, en parte debido a las pautas estrictas adoptadas en la década de 1990, incluidas
las políticas de tolerancia cero que no dan a las escuelas más remedio que expulsar a los niños cuando infringen reglas específicas.
En décadas anteriores, la suspensión y la expulsión eran herramientas para lidiar con conductas inapropiadas graves, como cuando un estudiante atacaba a alguien o llevaba armas a la escuela. Pero ahora, la mayoría de las suspensiones y expulsiones se aplican por acciones que no son violentas ni delictivas.
Un ejemplo es la práctica de suspender o expulsar a los estudiantes por faltar a la escuela (absentismo escolar). Se trata de una infracción grave, pero que no perjudica directamente a los demás. Y enviar a los niños fuera de clase con la esperanza de que vuelvan en el futuro no es probable que funcione.
¿Qué sucede cuando los estudiantes son suspendidos o expulsados?
Como aprendimos durante la pandemia de COVID, ausentarse de la escuela es perjudicial para los niños. Al igual que los adultos, necesitan un sentido de pertenencia para mantenerse sanos y equilibrados.
Trabajar junto a sus compañeros ayuda a los niños a aprender cómo:
Manejar emociones fuertes
Resolver conflictos sin pelear ni lastimar a nadie
Contribuir a una comunidad segura y solidaria
Cuanto más tiempo dediquen los niños a desarrollar su
resiliencia, mayores serán sus posibilidades de comportarse bien en el aula, en el patio de recreo y en otros espacios escolares.
¿Algunos estudiantes tienen más probabilidades de ser suspendidos o expulsados de la escuela?
Con más políticas de tolerancia cero en vigor, las tasas de suspensión y expulsión para todos los niños son más altas ahora que en el pasado. Pero algunos grupos enfrentan riesgos especialmente altos de ser expulsados de la escuela, que incluyen:
Estudiantes varones, que representaron el 70 % de todas las expulsiones en 2020-2021.
Estudiantes de color. Los estudios demuestran que no es más probable que se porten mal, sino que son castigados de manera más severa por infracciones menores, por ejemplo, hacer ruido o pasar demasiado tiempo en el mismo lugar (merodear).
Estudiantes indígenas estadounidenses y nativos de Alaska, que en un estudio a nivel estatal fueron suspendidos o expulsados de 2.4 a 4 veces más frecuentemente que sus compañeros blancos.
Estudiantes con discapacidades, especialmente aquellos con
TDAH, discapacidades intelectuales o trastornos emocionales.
Estudiantes que se identifican como LGBTQ+, que pueden ser suspendidos por no seguir los códigos de vestimenta o defenderse cuando son
intimidados.
Los niños de familias de bajos ingresos o aquellos que experimentan
traumas infantiles graves también tienen más probabilidades de ser suspendidos o expulsados.
¿Qué sucede a largo plazo con los niños que son suspendidos o expulsados?
Las investigaciones muestran que las suspensiones y expulsiones escolares son perjudiciales para todos los niños. La experiencia de ser expulsado de la escuela hace que sea mucho más probable que los niños abandonen la escuela secundaria. Esto, a su vez, conduce a dificultades laborales y a un menor potencial de ingresos. Los niños que son expulsados o suspendidos tienen más probabilidades de tener problemas con la ley como menores, un patrón al que se le atribuye lo que muchos llaman el
paso de la escuela a la cárcel.
Pero las dificultades no terminan ahí. Los niños atrapados en estos ciclos negativos suelen sufrir problemas de salud cuando son adultos. El asma, las enfermedades cardíacas, el consumo de sustancias y la depresión son algunos de los problemas potencialmente mortales relacionados con las dificultades en las primeras etapas de la vida.
¿Cómo podemos sanar estos patrones de comportamiento mientras responsabilizamos a los niños?
Las escuelas pueden construir un marco sólido para la disciplina sin depender de suspensiones y expulsiones. Estudios recientes muestran el valor de fomentar relaciones sólidas entre los maestros, el personal, los administradores, los alumnos y las familias para establecer altos estándares de comportamiento escolar.
Ofrecer
sistemas de apoyo de varios niveles (MTSS, por sus siglas en ingés) envuelve a los niños con energía positiva. Proporciona ejemplos que muestran lo que los adultos esperan de ellos y herramientas para dar lo mejor de sí.
Otros métodos útiles incluyen:
Un marco
informado sobre el trauma para comprender las dificultades a las que se enfrenta un niño fuera de la escuela, lo que permite poner en perspectiva el comportamiento negativo.
Prácticas restaurativas que ayudan a los estudiantes a ver el impacto de sus acciones, exigiéndoles que hagan las cosas bien con cualquier persona a la que hayan dañado
Capacitación contra los prejuicios que ayuda a los maestros y al personal a evitar castigar a algunos niños más duramente que a otros
¿Existen otras maneras de ayudar a abordar los problemas de disciplina escolar?
Los padres pueden desempeñar un papel fundamental a la hora de influir en el modo en que las escuelas abordan los problemas disciplinarios. La AAP también pide a los pediatras y médicos de familia que asuman un papel activo al:
Examinar a los niños para detectar problemas de salud o retrasos en el desarrollo que puedan hacer que la escuela sea más difícil.
Derivar a las familias a recursos locales para recibir terapia, tratamiento, nutrición, vivienda y otros apoyos para que los niños puedan dar lo mejor de sí en la escuela.
Apoyar las nuevas leyes que requieren que las escuelas mantengan a los estudiantes conectados a la escuela a través del aprendizaje a distancia y las tareas durante las suspensiones.
Expresarse a favor de los programas de salud mental escolares que ofrecen fácil acceso a exámenes de bienestar, asesoramiento y apoyo para todos los niños.
Más información
Acerca de la Dra. Jain
Susanna K. Jain, MD, FAAP, es miembro del Consejo de Salud Escolar de la AAP y autora principal de su declaración de política, "Suspensión y Expulsión Escolar". La Dra. Jain es profesora adjunta en el Departamento de Pediatría General de la University of California en San Francisco.
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Acerca del Dr. Padrez
Ryan Padrez MD, FAAP, is a co-author of the AAP policy statement, "School Suspension and Expulsion," Dr. Padrez is a Clinical Associate Professor in the Division of General Pediatrics at Stanford University School of Medicine. At Stanford he is Co-Director of community engagement within the Office of Child Health Equity and in the community is Medical Director for The Primary School.
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Nota del editor: Nathaniel Beers, MD, FAAP, también contribuyó a este artículo.