Es fácil que un padre se sienta agobiado con emociones y expectativas a medida que un hijo crece y está listo para ese primer día de escuela. Cuando se aproxima el día para iniciar la etapa preescolar o el kindergarten, los niveles de ansiedad pueden aumentar y surgen las preguntas inevitables: ¿Está listo para esto? ¿Le irá a ir bien? A todos nos inquieta que a nuestros hijos les vaya bien a la larga y que tengan éxito en la escuela. En años recientes, padres y profesionales se han vuelto más conscientes de que la alfabetización en etapas tempranas de la niñez constituye una clave para el éxito en el salón de clases y en adelante, cuanto se entra en la adultez.
Los niños a quienes se les introduce temprano en la lectura tienden a leer antes y a sobresalir en la escuela, comparados con aquellos que no están expuestos al idioma ni a libros a una edad temprana. El Instituto Nacional de Alfabetización calcula que uno de cada cinco niños en los Estados Unidos experimentará un problema de lectura o escritura en algún momento durante los años escolares.
Cómo comprender la alfabetización
¿Qué es la alfabetización? Dicho en términos simples, es nuestra habilidad para leer y escribir bien. Se ha dicho que pasamos los primeros años de nuestras vidas aprendiendo a leer y, el resto de ellas, leyendo para aprender. De acuerdo con la Asociación Americana de Habla, Lenguaje y Audición (American Speech-Language-Hearing Association, ASHA), las buenas destrezas de alfabetización incluyen ser capaz de leer y comprender información apropiada para la edad (comprensión), colocar letras juntas para formar palabras (ortografía) y escribir frases y oraciones con sentido.
Tal como muchos otros aspectos del crecimiento de un niño, su nivel de alfabetización se ve afectado por la genética y el medio ambiente. Los genes que hereda un niño de sus padres determinan el “cableado” básico de su cerebro, en tanto que el ambiente del hogar dentro del que crece ayuda a determinar qué tan eficientemente están conectados los “cables” y cuán bien se adapta al mundo que le rodea.
Dentro del cerebro
Con el fin de tener una mejor noción al respecto, podemos analizar la anatomía básica del cerebro. El sistema nervioso comienza a funcionar muy temprano en un feto en desarrollo. Menos de un mes después de la concepción, la estructura básica del sistema neurológico ya está establecida y las células del cerebro comienzan a formarse.
Cada célula del cerebro hace brotar gradualmente a cientos de ramificaciones largas denominadas “dendritas” que se conectan con otras células cerebrales por medio de conexiones denominadas “sinapsis”. Los impulsos eléctricos que usa nuestro cerebro para enviar mensajes al resto del cuerpo son transportados a lo largo de estas ramificaciones a lo largo de una capa grasosa que se conoce como “mielina” que cubre las ramificaciones, tal como la corteza a un árbol. Los químicos denominados “neurotransmisores” ayudan a transferir los pulsos eléctricos por nuestras sinapsis hacia otras ramificaciones. Tal como lo indica un viejo refrán, “Las células que se activan juntas, se conectan entre sí”. El “cableado físico” de nuestros cerebros continúa a lo largo del desarrollo fetal a medida que la cantidad de sinapsis continúa creciendo y llega a su punto máximo en los primeros años de nuestras vidas. El proceso disminuye en un tercio entre los primeros años de la niñez y la adolescencia.
Piedras angulares de la adquisición de conocimientos
Muchas personas creen que los niños aprenden a leer y a escribir en kindergarten o en el primer grado. Sin embargo, los cimientos para las destrezas de alfabetización se colocan años antes de que el niño entre a la escuela.
En vista de la necesidad de un niño de tener estimulación cerebral temprana y frecuente, existen varios pasos importantes que pueden tomar los padres y los encargados de brindar cuidados a los niños para ayudar a que el cerebro y las destrezas de lenguaje del niño se desarrollen.
Estimular los sentidos del niño es algo muy importante desde el nacimiento. Cantar, hacer rimas y hablar son aspectos muy importantes. Derivado de esta actividad, los bebés desarrollan destrezas para escuchar e interés en sonidos y palabras.
Eventualmente, el bebé aprende a comprender ciertos patrones de sonidos e intenta reproducirlos, lo que marca el inicio de la expresión personal y la comunicación en ambas vías. Leer libros en voz alta, mostrar fotos y permitir incluso a los bebés manejar materiales escritos lo exhorta a que aprenda el reconocimiento visual e identifique lo que escucha con lo que ve.
“Los padres no siempre piensan en darles libros a los bebés”, indica la Dra. Jill Fussell, FAAP, profesora asistente de pediatría en la University of Arkansas para Ciencias Médicas. “Pero incluso los bebés más pequeños pueden enfocarse visualmente en las páginas de libros con patrones en blanco y negro o con colores brillantes y contrastantes durante cortos períodos de tiempo”.
Nadie espera que un bebé lea, pero el solo hecho de tener un libro en sus manos puede iniciar el proceso de familiarizarse con libros y materiales de lectura. “Aunque un niño de 9 a 12 meses de edad puede morder un libro o rebotarlo contra el suelo, aún así los padres deberían estimularlo al incluir libros en su repertorio de objetos de juego”, indica la Dra. Fussell. “Lo mismo aplica a leerles a bebés y niños pequeños. Los padres necesitan que se les recuerde del poder que tiene su voz y de qué forma sus propios bebés preferirán atender a la voz de su padre o de su madre, si se da la oportunidad, por encima de otros ruidos, tales como una televisión”.
Una parte importante y normal de desarrollar destrezas tempranas de alfabetización para niños muy pequeños es la repetición. Cierto, es posible que deseen leer el mismo libro de cuentos o mirar las mismas imágenes una y otra vez. Pero lo que esta actividad logra de hecho es “cablear permanentemente” sus cerebros y proporcionar estimulación constante para el desarrollo del lenguaje, la piedra angular de la alfabetización.
El regazo de la alfabetización
Según la opinión de ASHA, “Los niños pequeños son como pequeños científicos”. Exploran con todos sus sentidos, aprenden por prueba y error, causa y efecto, y el crecimiento de su cerebro aumenta por medio de interacción personal con los padres, abuelos, encargados de brindarles cuidados y hasta con otros niños. Leer en voz alta, reírse, hablar y explorar libros juntos desde una edad temprana mejora significativamente el desarrollo del lenguaje y los resultados de la alfabetización para los niños en el largo plazo.
La alfabetización comienza en el regazo de un padre o persona encargada del cuidado del niño que sea amoroso y que se tome el tiempo de interactuar personalmente con el bebé. “Es posible que algunos padres tengan problemas de lectura, así que leerles a sus hijos en voz alta puede resultar intimidante”, indica la Dra. Fussell. “En esos casos -con solo que un padre vea un libro y haga comentarios sobre las ilustraciones con su hijo, le haga preguntas acerca de lo que sucede en las ilustraciones, ¡eso ya es ‘leer’!”
Cómo enseñar amor por los libros
La estimulación del lenguaje más importante que podemos proveerle a nuestros bebés y niños pequeños es leerles, indica la Dra. Pamela High, FAAP. “Creo que el aspecto más importante que los padres logran al leer junto con sus bebés, niños pequeños y niños en edad preescolar es enseñarles tanto amor a los libros y a los cuentos que se motivarán mucho a aprender a leer, aun cuando esta tarea sea difícil para ellos”, indica ella.
Esa motivación se ve reforzada cuando el vínculo entre un padre y un hijo crece mientras comparten tiempo de lectura. “El otro aspecto realmente importante de leer con niños pequeños es que esto siempre ocurre dentro de la relación”, manifiesta la Dra. High, quien es Presidenta del Comité de Infancia Temprana, Adopción y Cuidado de Dependientes de American Academy of Pediatrics. “Esta actividad proporciona a los padres que son muy ocupados una razón para bajar la velocidad y prestar total atención a su hijo y al cuento. Esta hora se vuelve a menudo la favorita del día tanto para el padre como para el hijo. Cuando los padres leen con su hijo como parte de una rutina regular para irse a la cama, también promueve hábitos saludables de sueño”.
Lectura, formar rimas, cantar y platicar -desde el nacimiento- influyen profundamente en el desarrollo de la alfabetización y el lenguaje, la base para todos los demás tipos de adquisición de conocimientos. Los resultados duran toda la vida.
Consejos rápidos para una lectura divertida
Comience a platicar, cantar y leer con su niño desde el inicio. Aun cuando su hijo no pueda leer cuando es bebé, captará la idea de que los libros son divertidos y la lectura es una actividad divertida que comparten ustedes.
La repetición es buena: ayuda a que el niño cree importantes destrezas de lenguaje.
La lectura no tiene que ser un proyecto de grandes dimensiones. Solo un cuento que dure 3 minutos cada noche antes de irse a acostar ayudará a su hijo a interesarse por la lectura.
Los libros de páginas rígidas y los de páginas blandas son buenos para que los bebés se acostumbren a sostener un libro en sus manos y disfruten la experiencia.