Durante las edades de 6 a 12 años, los niños necesitan una buena nutrición para mantener un crecimiento normal. A medida que se aproximan a la adolescencia, la mayoría de niñas experimentan un aumento en el índice de crecimiento entre las edades de 10 y 12 años, mientras los chicos comenzarán sus mayores períodos de crecimiento abrupto (estirones) aproximadamente 2 años más tarde.
Algunos padres se preocupan de que durante los años de edad escolar, parece no haber ton ni son para el apetito de sus hijos. Un día puede que coman todo lo que tengan a la vista, mientras que otros días posiblemente se vuelvan tan melindrosos que se esperaría que sus estómagos rujan durante todo el día.
En la mayoría de casos, estas clases de patrones impredecibles de alimentación no deberían preocuparle. Durante este tiempo de la vida, los niños deberían aumentar cerca de 4 a 7 libras al año, y siempre que su pediatra le indique que su hijo está creciendo normalmente y que los aumentos de peso son aceptables, no se preocupe por el número en la pesa. En lugar de ello, manténgase enfocado en servirle una variedad de comidas saludables. Espere variaciones en su apetito -algunas veces, considerables- de un día al siguiente. Al mismo tiempo, los niños en este grupo de edad comen por una gran cantidad de razones, además de tener hambre. Aún cuando se quejen de que se están muriendo del hambre, esta posiblemente no sea la razón por la que quieran algo de comer. Podrían estar molestos o cansados y apoyarse en la comida para consolarse.
Para algunos niños, comer puede ser puramente un hábito; por ejemplo, están acostumbrados a consumir meriendas en cualquier momento en que ven televisión o estén entretenidos con juegos de video. Cuando su hijo diga que tiene hambre y no se trata de un hora de alguna comida o merienda regular, trate de determinar qué es lo que realmente está sucediendo y si la comida podría servir de algún otro propósito. Luego, resuelva el problema. Si su hijo parece estar aburrido, por ejemplo, ayúdelo a encontrar alguna actividad que lo mantenga ocupado haciendo algo productivo y desvíelo de la comida. Distraer el hambre de su hijo con una actividad física divertida constituye una forma de lograr los objetivos.