Durante los años de la preadolescencia, la capacidad del cerebro para planear un conjunto de jugadas o un curso de acción y almacenar ese plan está a un nivel que permite que su hijo mejore en todos los deportes, de manera más notable en aquellos con destrezas más complejas y toma de decisiones rápida. Estos jóvenes activos deben tener la capacidad de recibir información de múltiples fuentes y procesarla para producir ciertas acciones deseadas. Ellos pueden ignorar la información que no es necesaria, enfocarse en tareas específicas y tomar decisiones más apropiadas con la información que han recibido. Ellos se vuelven un poco menos concretos o radicales en sus patrones de pensamiento y pueden formar algunos pensamientos conceptuales para ayudarles a basarse en instrucciones de entrenamiento de los meses o años anteriores.
Los preadolescentes pueden responder mejor a las instrucciones verbales con menos demostraciones, pero todos sabemos que en cualquier nivel de deportes, la instrucción visual y la demostración pueden valer más que mil palabras. La atención selectiva mejora con menos interferencia de distracciones. Haga una pausa aquí para hacer una aclaración…la palabra clave es selectiva. Johnny puede tener atención selectiva en el campo para ayudarle a desempeñarse mejor, pero aún así puede tener atención selectiva y permanecer enfocado en la televisión cuando se le pide que saque la basura.
En este punto del desarrollo, los jóvenes deben tener la capacidad de involucrarse básicamente en cualquier deporte por más que esto implique una competencia importante si están listos desde un punto de vista mental y emocional. No olvide que la estatura física no es el único ingrediente necesario para una participación exitosa en general. Sus cuerpos pueden estar listos para un entrenamiento más fuerte y para competir, pero emocionalmente necesitan saber desde ya que valen mucho por ser sus hijos, independientemente de si son superestrellas nacionales, locales o de su jardín.