Por: Joan Younger Meek, MD, MS, RD, FAAP, FABM, IBCLC
Para algunas madres primerizas, las preocupaciones respecto a la
lactancia no tienen tanto que ver con el estado de salud de sus bebés sino con el propio. Como algunas enfermedades infecciosas pueden pasar al bebé a través de la leche materna, sin dudas usted querrá hablar con su médico y con el pediatra de su bebé sobre sus antecedentes médicos.
La buena noticia es que, en la mayoría de los casos, la lactancia puede seguir siendo segura y beneficiosa para su bebé. Siga leyendo para conocer las diferentes enfermedades y cómo pueden afectar la lactancia.
COVID-19
Una madre con resultado positivo de
COVID-19 puede amamantar a su bebé. Lo ideal sería que las madres embarazadas o que estén amamantando reciban las
vacunas contra el COVID-19 recomendadas. Si la madre lactante usa una
mascarilla y
se lava bien las manos, la lactancia directa es posible. Si la madre está muy enferma, se puede
bombear o
extraer la leche y usarla para alimentar al bebé con la ayuda de un cuidador.
VIH
La opción con menor riesgo de transmitir el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) a un bebé es alimentarlo con
fórmula para bebés o con la leche materna pasteurizada de una
donante. Sin embargo, las personas con VIH que reciban tratamiento antirretroviral durante el embarazo, el parto y el período de posparto tienen un riesgo muy bajo de transmisión de VIH a través de la leche materna.
(Consulte "Lactancia materna para personas con VIH: explicación de la política de la AAP").
Todas las personas embarazadas deben realizarse la prueba de VIH y tener en cuenta la posibilidad de repetirla más adelante en el embarazo si están en riesgo de exposición al VIH. Antes de que una persona con VIH decida amamantar, es importante consultar a un pediatra o a un especialista en enfermedades infecciosas. En primer lugar, deben tenerse muy en cuenta las circunstancias individuales, la
carga viral y otros resultados de pruebas de laboratorio, así como el régimen de tratamiento con medicamentos.
Hepatitis B
Se ha detectado el virus de la
hepatitis B en la leche materna, pero no se ha demostrado que la lactancia aumente el riesgo de infección del bebé. Si usted tiene una infección por hepatitis B, no es necesario que retrase el comienzo de la lactancia hasta que su bebé reciba la vacuna contra la hepatitis B.
Si usted tiene hepatitis B, su bebé deberá recibir la vacuna contra la hepatitis B, junto con la inmunoglobulina antihepatitis B (HBIg), lo antes posible después de nacer. La administración de estas dos inyecciones poco después del parto es sumamente eficaz para prevenir el contagio de la hepatitis B de la madre biológica al bebé. De hecho, la vacuna contra la hepatitis B está recomendada para todos los bebés, ya sea que la madre biológica esté infectada o no con el virus.
Hepatitis C
Las madres que tienen el virus de la hepatitis C pueden amamantar con seguridad. Si bien un bebé podría infectarse con el virus durante el embarazo o el parto, los bebés lactantes no tienen índices más altos de hepatitis C que los bebés alimentados con fórmula. Incluso es posible que la lactancia ayude a evitar el contagio de la hepatitis C de la madre al bebé al proporcionar anticuerpos que llegan al bebé a través de la leche materna.
No obstante, si tiene hepatitis C y tiene los pezones agrietados, o le sangran, se aconseja suspender la lactancia (y desechar la leche que se extraiga) hasta que los pezones sanen.
Tuberculosis
Si tiene
tuberculosis (TB), podrá amamantar si está tomando medicamentos actualmente. Las madres con TB no tratada en el momento del parto no deben amamantar ni tener contacto directo con su recién nacido hasta que hayan empezado el tratamiento farmacológico adecuado y dejen de contagiar.
En la mayoría de los casos se puede amamantar en forma segura después de haber tomado antibióticos durante unas dos semanas y luego de que su médico le haya dicho que ya no contagia. Debe empezar a extraerse leche poco después del parto; su pareja, una enfermera u otro cuidador podrán alimentar a su bebé con esa leche extraída hasta que usted pueda amamantar directamente.
Si tiene una prueba cutánea de tuberculosis (TB) positiva, pero una radiografía de tórax normal debe hablar con su médico para ver si es necesario recibir tratamiento con medicamentos; pero, en este caso, podrá amamantar.
Otras infecciones
Su obstetra, el pediatra o el médico de la familia deben evaluar la presencia de otras infecciones, pero son pocas las que impiden amamantar. Esto se da incluso cuando la infección o la inflamación afectan el propio seno, como ocurre en casos de
mastitis, una infección que se aloja en una parte del seno. Esta afección suele tratarse con antibióticos, amamantando o
extrayéndose leche (ya sea a mano o con una bomba) con frecuencia, consumiendo abundantes líquidos y analgésicos, y haciendo reposo.
Cuándo pensar en "sacar y desechar" la leche
Si no puede amamantar temporalmente debido a una enfermedad grave o por estar tomando determinados medicamentos, mantenga su
suministro de leche extrayéndosela. Puede hacerlo a mano, con una bomba extractora manual o con una bomba eléctrica. Al usar una bomba para mantener su producción de leche, puede asegurarse de mantener la relación de lactancia con su hijo después de recuperarse y por mucho tiempo más.
Cáncer
Si le diagnosticaron cáncer de mama en el pasado y recibió tratamiento, tal vez le preocupen los efectos que la lactancia pueda tener en usted y en su bebé. Un cáncer de mama anterior no implica que no pueda amamantar a su bebé.
Si le hicieron una mastectomía, puede amamantar con el seno que le queda. Si le quitaron un tumor del seno o le hicieron radioterapia, igual puede intentar amamantar con ese seno. No obstante, puede que descubra que produce menos leche. Hable siempre con su médico sobre sus opciones de lactancia.
Los tratamientos actuales contra el cáncer pueden permitir una lactancia parcial o intermitente, dependiendo de los fármacos o tratamientos que se usen. La lactancia solo debe considerarse bajo la supervisión atenta de su oncólogo (médico especialista en cáncer).
¿Cómo afecta la cirugía mamaria a la lactancia?
En el pasado, la seguridad de la lactancia tras recibir implantes mamarios era una preocupación. Pero no hay evidencia de que los implantes mamarios de silicona causen daños al bebé, y tampoco se espera que los implantes nuevos de solución salina (llenos de agua salada) lo perjudiquen.
En la mayoría de los casos, la cirugía de aumento del tamaño o de reconstrucción de las mamas tras una mastectomía no debería interferir de manera considerable con su capacidad para amamantar, dado que los pezones no se movieron ni se cortaron conductos lácteos. En los procedimientos quirúrgicos más recientes, los cirujanos tienen en cuenta el deseo de la paciente de amamantar en un futuro, por lo que es más probable que pueda hacerlo, al menos parcialmente, de manera exitosa.
Si alguna vez se sometió a un procedimiento quirúrgico mamario, aunque sea una biopsia, asegúrese de que el médico de su bebé lo sepa. En cualquier caso, empiece a amamantar y asegúrese de que su pediatra o el médico de la familia controle atentamente a su bebé para cerciorarse de que esté
recibiendo suficiente leche materna.
Más información
Acerca de la Dra. Meek
Joan Younger Meek, MD, MS, RD, FAAP, FABM, IBCLC, es profesora emérita del Departamento de Ciencias Clínicas de Florida State University College of Medicine y expresidenta de la Sección de Lactancia Materna de la American Academy of Pediatrics.