Anualmente, más de 1 millón de niños en Estados Unidos vive el divorcio de sus padres. Para estos niños puede ser difícil mantener horarios de irse a la cama y rutinas a la hora de dormir que sean constantes cuando dividen su tiempo entre dos hogares después de una separación o un divorcio.
Cuando la custodia implica visitas periódicas de fines de semana y días festivos a casa del padre que no tiene la custodia física, los cambios de rutina suelen asumirse como una excepción más a los horarios básicos. No obstante, en una situación intrínsecamente estresante, es posible que un niño muestre un retroceso a conductas más de bebé o más infantiles, al menos por un tiempo.
Chuparse el pulgar y mojar la cama son cosas que pueden reaparecer o aparecer por primera vez en un niño de edad preescolar o escolar; los terrores nocturnos hacen que sea difícil aclimatarse para irse a acostar.
Un niño más grande o un adolescente podría actuar con retraimiento, desafiante o excesivamente entusiasta por complacer. Los trastornos del sueño, como el insomnio o el exceso de sueño, son comunes en niños con estrés emocional.
Cómo mantener una rutina constante a la hora de ir a dormir en ambos hogares
Los problemas suelen ser más difíciles de manejar cuando el niño tiene que hacer cambios frecuentes, y tal vez deba pasar algunos días de la semana en la casa de uno de los padres y el resto en la casa del otro. Los trastornos del sueño, negarse a ir a dormir y despertarse por la noche son cosas comunes en niños que sienten que deben repartirse entre dos padres, dos casas y dos rutinas diferentes.
Los problemas pueden surgir por conflictos ocasionados por estilos muy opuestos en ambos hogares, independientemente de los arreglos de custodia. Las dificultades surgen por la irregularidad en las rutinas y la falta de colaboración entre los padres.
Qué pueden hacer los padres para ayudar
Para ayudar a hacer más llevadera la situación, tengan copias de juguetes, libros o música favoritos a la hora de dormir en ambas casas; así se evitarán problemas por prisas u olvidos.
Cuando los padres trabajan en equipo, la transición es más fácil para el niño. Por lo general, se requiere de un trabajo en equipo sumamente cercano entre ambos padres para que los arreglos funcionen; incluso tal vez más cercano que cuando vivían bajo un mismo techo. Una vez que se haya estabilizado la situación de la familia, los problemas para dormir y demás síntomas deberían desaparecer gradualmente en el transcurso de algunas semanas. Si persistieran, hable con el pediatra, quien podrá sugerirle una remisión para orientación y, posiblemente, participación en un grupo de apoyo.
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