Si le preocupa el riesgo de
suicidio de su hijo, no está solo.
En 2021, los servicios de urgencias de todo Estados Unidos registraron un fuerte aumento de jóvenes de 12 a 17 años que necesitaban tratamiento por pensamientos o acciones suicidas. Y en una
reciente encuesta federal (en inglés), más de 4 de cada 10 estudiantes de secundaria dijeron sentirse "persistentemente tristes o desesperados", mientras que 1 de cada 5 dijo haber pensado en el suicidio.
El
duelo, el aislamiento y el miedo provocados por la
pandemia de COVID-19 son posibles causas. Pero los expertos dicen que las presiones que pueden llevar a los jóvenes a considerar el suicidio han ido aumentando durante años.
Un apoyo familiar atento e informado puede ayudar a los chicos a enfrentarse a la vida cuando se sienten abrumados. Se sentirá mejor preparado para ayudar a su hijo cuando sepa más sobre estos factores de riesgo de suicidio.
Intentos previos de suicidio
Los jóvenes que ya han intentado quitarse la vida corren un mayor riesgo de suicidio. Los riesgos siguen siendo altos durante al menos un año después de un intento de suicidio, por lo que la atención de seguimiento es crucial. Un
estudio (en inglés) muestra que el estigma y la vergüenza que sienten las personas después de haber intentado acabar con su vida pueden llevarles a intentarlo de nuevo. Después de un intento de suicidio, las investigaciones también sugieren que las
autolesiones, como cortarse, hacen que los niños corran un mayor riesgo de suicidio en el año siguiente.
Antecedentes y experiencias familiares
Hay muchos problemas familiares que pueden afectar al riesgo de suicidio de los jóvenes. Por ejemplo, hay estudios que demuestran que el suicidio de un miembro de la familia aumenta el riesgo de suicidio entre otras personas de la familia. Los niños que viven en entornos con abusos, violencia y otras formas de trauma también tienen un mayor riesgo de suicidio. La separación de los seres queridos debido a la muerte, el divorcio, la emigración, la deportación, el encarcelamiento y otros factores pueden causar problemas de salud mental que pueden contribuir al riesgo de suicidio, al igual que la pérdida de una vivienda estable. Los estudios también sugieren que los niños que son adoptados y los que han pasado un tiempo en hogares de acogida tienen más probabilidades de estar expuestos a
traumas y adversidades, y por ello también puede estar en mayor riesgo de suicidio.
Presión social relacionada con la orientación sexual o la identidad de género
Los jóvenes que se identifican como lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, queer o de dos espíritus (LGBTQ2S+) tienen cuatro veces más probabilidades de intentar suicidarse que sus compañeros heterosexuales o cisgénero. Sin embargo, la orientación sexual y la identidad de género no están directamente relacionadas con el suicidio. Más bien, los jóvenes que se identifican como LGBTQ2S+ pueden experimentar discriminación, hostilidad y rechazo, lo que puede llevar a pensamientos y acciones suicidas. Un estudio descubrió que cuando los chicos experimentan reacciones familiares y sociales negativas al salir del clóset, esto puede aumentar el riesgo de suicidio.
Racismo
El racismo, la discriminación y los prejuicios sistémicos relacionados son sumamente perjudiciales para la salud mental. Además, una historia de racismo sistémico limita la capacidad de los niños para acceder a servicios de salud mental que respondan al desarrollo y a la cultura en las comunidades y escuelas. El racismo y la discriminación han provocado diferencias significativas en el riesgo y las tasas de suicidio en función de la raza y la etnia. Un estudio sobre jóvenes negros y latinos demostró que incluso la discriminación más sutil está relacionada con el pensamiento suicida. Como señala la Asociación Americana de Psicología (APA), el estrés relacionado con la raza amenaza los recursos internos que las personas necesitan para afrontar la vida cotidiana. La
APA ofrece herramientas y conocimientos para los padres que, junto con sus hijos, necesitan estrategias para superar los efectos erosivos del racismo.
Depresión
Los adolescentes que
experimentan depresión tienen más probabilidades de intentar suicidarse. Los padres pueden notar síntomas de depresión como la tristeza, la irritabilidad, la desesperanza, el aburrimiento y la tendencia a sentirse agobiado la mayor parte del tiempo o todo el tiempo. Pero algunos chicos saben ocultar sus sentimientos o no saben compartirlos. Dado que 1 de cada 5 adolescentes se enfrentará a la depresión en algún momento, la American Academy of Pediatrics (AAP) recomienda que todos los niños de 12 años o más sean examinados para detectar la depresión y el riesgo de suicidio en los exámenes médicos anuales.
Otras enfermedades psiquiátricas
Los trastornos del estado de ánimo, los trastornos alimentarios y otras afecciones psiquiátricas pueden aumentar el riesgo de suicidio. Por ejemplo, las personas con
esquizofrenia podrían creer que una voz les dice que acaben con su propia vida (alucinación auditiva), pese a no querer morir.
Consumo de alcohol y otras sustancias
El
consumo de sustancias es un factor en más o menos 1 de cada 3 suicidios de jóvenes. Los jóvenes pueden tomar intencionadamente grandes dosis de drogas como forma de acabar con su vida. El consumo de alcohol y drogas también puede provocar una ruptura de la realidad o episodio psicótico, que causa alucinaciones o delirios que conducen al suicidio.
Problemas de conducta
Los adolescentes que tienden a sufrir de irascibilidad y que tienen antecedentes de comportamientos agresivos e impulsivos corren un riesgo mucho mayor de suicidio. Los sentimientos fuertes en sí mismos no son la única causa, ya que la mayoría de los niños y adolescentes experimentan emociones y estados de ánimo intensos. Pero los jóvenes que exteriorizan sus sentimientos de forma destructiva pueden acabar con su vida, especialmente si están socialmente aislados, consumen drogas o alcohol, o si tienen el hábito de
usar las redes sociales de forma excesiva y poco saludable.
Conocimiento de otros casos de suicidio, en especial los cercanos
Un estudio demostró que cuando los jóvenes se enteran del suicidio de un conocido, es más probable que consideren o intenten suicidarse. Los padres deben prestar mucha atención cuando se producen suicidios, especialmente cuando las pérdidas afectan a miembros de la familia, amigos o compañeros de la escuela. Los niños y los adolescentes pueden necesitar apoyo adicional, incluido el asesoramiento profesional, para hacer frente a los fuertes sentimientos que están experimentando.
Fácil acceso a armas de fuego
Las
armas de fuego son la causa de muerte principal entre los adolescentes de entre 15 y 19 años que se suicidan. Incluso cuando las armas de fuego están guardadas bajo llave, los estudios muestran que los adolescentes que viven en hogares donde hay armas de fuego tienen más probabilidades de quitarse la vida que aquellos en cuyas casas no las hay. Los adolescentes, cuyos cerebros todavía están en proceso de desarrollo, son más impulsivos que los adultos. Una decisión de intentar suicidarse con un arma de fuego tomada al instante suele no dejar posibilidad alguna de rescate.
El hogar más seguro para los niños y los adolescentes es el hogar donde no hay armas de fuego. Si se tienen armas en casa, deben guardarse con seguridad: bajo llave y descargadas, con la munición guardada por separado en un lugar cerrado con llave. Los miembros de la familia deben asegurarse de que el niño no conoce los códigos de las cerraduras ni la ubicación de las llaves.
Acoso y acoso cibernético
Los niños víctimas de acoso y los que acosan a otros corren mayor riesgo de tener ideas suicidas y de actuar sobre el impulso. Esto es cierto, ya sea que ocurra en persona o que el acoso sea por internet "acoso cibernético". Un estudio de 2021 descubrió que los adolescentes que eran acosados en línea tenían aproximadamente 12 veces más probabilidades de tener pensamientos suicidas que sus compañeros que no lo eran.
Encontrar apoyo y esperanza después de una pérdida
Por Bronwyn D.
Soy estudiante del penúltimo año de la escuela secundaria y defensora de la salud mental de los jóvenes. Durante el verano, tuve la oportunidad de hacer una pasantía en un consultorio de
terapia ocupacional. En medio de la desinfección del equipo y el aprendizaje sobre la recuperación de lesiones, un paciente anciano me llamó.
Charlamos un poco. Luego, abruptamente, me preguntó si tenía la edad suficiente para recordar el suicidio de una adolescente que había conmocionado a nuestra comunidad de Nueva Jersey en 2020. Tenía poca idea de que su muerte había moldeado mi pasión por la defensa de la salud mental. Cuando terminó nuestra conversación, el hombre me dijo con confianza: "Sin embargo, parece que
tienes la cabeza bien puesta".
De esto, no pude evitar reírme. Era cierto que parecía ser una estudiante proactiva y sociable. Pero en realidad, también me había enfrentado a mis propias luchas.
Mi padre falleció de cáncer en estadio IV solo cinco meses antes, lo que infundió dolor en mi vida cotidiana. Cosas pequeñas, como prepararme para el día en lugar de quedarme en la cama, tan fáciles para mí antes del diagnóstico de mi padre, parecían imposibles.
Estas señales de advertencia pasaron desapercibidas incluso para mis amigos más cercanos. Me sentí atrapada en una espiral descendente interminable hasta que mi madre vino a rescatarme. Ella no restó importancia a mis sentimientos ni me dijo que mirara el lado positivo. En cambio, me ofreció lo que otros no me habían ofrecido: empatía.
Mi madre no tenía miedo de meterme la idea del suicidio en la cabeza. En su lugar, me preguntó directamente si estaba pensando en ello y respondió en consecuencia. No hay duda de que sus acciones me salvaron la vida. Me comuniqué con la
Línea de Texto de Crisis, aprovechando mi propia capacitación en defensa de la salud mental y el firme apoyo de mi madre.
Muchos padres dudan en comunicarse con sus adolescentes con dificultades. Tal vez están preocupados por su propia ignorancia o por presionar demasiado a sus hijos adolescentes. Mi propia madre tampoco sabía exactamente las cosas correctas que decir o hacer. Y, sin embargo, simplemente ofrecerse para estar allí para mí fue suficiente.
Gracias a mi madre, encontré más que solo sanación en el camino hacia aprender a vivir con mi dolor. Encontré esperanza. Y aunque todavía no creo que mi cabeza esté "bien puesta" como el paciente había sugerido, mi madre demostró que tengo a alguien con quien puedo contar. Ahora puedo seguir adelante y ser ese alguien para los demás.
Bronwyn D. es una estudiante del penúltimo año de la escuela secundaria en Nueva Jersey y defensora juvenil de Mental Health America. Es miembro del Grupo de Liderazgo Juvenil de la American Academy of Pediatrics para la Prevención del Suicidio Juvenil. Cómo bridar el apoyo que los jóvenes necesitan
El suicidio es ahora la segunda causa más común de muerte entre los jóvenes de entre 10 y 24 años, por lo que es importante que conozca los
factores de riesgo y que esté preparado para apoyar a sus hijos.
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Sepa que está bien preguntar sobre el suicidio. Si está preocupado por su hijo, pregúntele directamente si está pensando en el suicidio. Los estudios han demostrado que preguntar sobre el suicidio no les "meterá la idea en la cabeza". De hecho, podría abrir la puerta a una conversación sincera sobre su salud mental.
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Asegúrese de que los niños sepan que está bien hablar del suicidio. Plantee el tema de forma tranquila y sin prejuicios para que se sientan seguros compartiendo sus pensamientos y sentimientos. Estos son algunos consejos para
iniciar la conversación.
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Considere la posibilidad de la telesalud. A su hijo le puede resultar más fácil hablar con los profesionales de la salud desde la comodidad de su casa. En el caso de los adolescentes, especialmente, las citas médicas por Internet deben tener lugar en un espacio privado, lo que puede ayudarles a hablar con más libertad. Las
consultas de telesalud también son una forma cómoda de asegurarse de que los jóvenes reciben el apoyo oportuno y continuo que necesitan.
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No espere a buscar ayuda profesional. Si ve señales de que su hijo podría estar considerando el suicidio, póngase en contacto con su pediatra de cabecera de inmediato para encontrar recursos de salud mental y apoyo. Si necesita apoyo inmediato, llame al Línea Nacional de Prevención del Suicidio al 1(800) 273-TALK o póngase en contacto con la Línea de Texto para crisis enviando un mensaje de texto con la palabra "TALK" al 741741 en Estados Unidos o Canadá (PARA ESPAÑOL MIRE ABAJO).
Si no está seguro de qué hacer o no puede comunicarse bien en inglés, visite la página
Línea Nacional de Prevención del Suicidio en español o llame para ayuda en español al
1-888-628-9454. Estos servicios están disponibles las 24 horas del día, los 7 días de la semana, desde cualquier lugar de los Estados Unidos. |
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