Por Richard Chung, MD, FAAP
Soy padre de dos niños, de 13 y 8 años, y especialista en medicina adolescente en Duke Health en Carolina del Norte. Me gustaría compartir mis pensamientos sobre la pandemia de COVID-19 y las
vacunas seguras y efectivas para proteger a niños y adolescentes, desde mi perspectiva como pediatra y padre.
A medida que el coronavirus se extendía por todo el país, yo me alarmaba cada vez más.
En diciembre de 2020, se iniciaron los
ensayos clínicos pediátricos para la vacuna Pfizer/BioNTech. Trabajo en estrecha colaboración con algunos de los investigadores que lideran el trabajo en Duke, donde he atendido pacientes, enseñado a estudiantes de medicina y realizado investigaciones durante 10 años.
Los datos iniciales sobre la seguridad y eficacia de las vacunas Pfizer y Moderna en adultos fueron realmente positivos. Mientras tanto, las infecciones aumentaban. Nosotros, los pediatras, sentimos un fuerte deseo de encontrar una vacuna para prevenir la propagación.
Mi hijo Caleb tenía 12 años en ese momento y estaba calificado para inscribirse en un ensayo clínico pediátrico. Hablé con Caleb y mi esposa, y Caleb estaba interesado en participar. Nunca había participado en una investigación, pero una vez que descubrimos todos los detalles de lo que estaría involucrado y discutimos los beneficios potenciales y los riesgos de toda investigación, rápidamente estuvo a bordo.
Nuestro hijo menor, Joshua, que tiene 8 años, admiró tanto la contribución de su hermano que él mismo se ofreció como voluntario para participar en la prueba de la vacuna para niños de 5 a 11 años.
Niños ayudando a otros niños
Este ensayo no podría haber ocurrido sin los niños. Probar una vacuna para niños no es algo que los adultos puedan hacer. Ese es el aspecto hermoso de esto: los niños se ofrecieron como voluntarios para hacer algo para ayudar a otros niños. Este es un gran ejemplo de cómo los jóvenes han ayudado a la sociedad.
Yo quería luchar contra la pandemia
Por Caleb Chung
Fue una gran oportunidad poder participar en un ensayo clínico de vacunas, especialmente porque acababa de cumplir 12 años y apenas logré ingresar al grupo para calificar.
Fue una experiencia nueva porque nunca había estado en un estudio de investigación. No sabía cómo se desarrollaría. Era como tener mucho en qué pensar.
Pero decidí participar porque quería luchar contra la pandemia y ayudar a obtener la vacuna para mi grupo etario. Mi motivación para hacer eso fue más fuerte que cualquier duda que sentía acerca de las extracciones de sangre o los efectos secundarios.
Una o dos semanas después de que decidí participar, tuve mi primera visita. Me controlaron el peso, la estatura y la presión arterial y me dieron mi primera inyección. Al día siguiente tuve dolor de cabeza, dolor de garganta, escalofríos y dolor en el brazo. Esperaba que eso significara que recibí la vacuna y no un placebo.
Algunos de mis amigos de la escuela también participaron o solicitaron participar. Todos queríamos terminar con la pandemia y avanzar lo más rápido posible. Estábamos realmente motivados para ayudar.
Después de mi segunda visita a principios de enero, tuve síntomas similares, pero un poco más fuertes. Más tarde descubrimos que sí conseguí estar vacunado. Estaba protegido, aunque seguía usando mascarilla, distanciamiento social y lavándome las manos.
Será un recuerdo especial que pude ayudar en el frente, tratando de luchar contra el virus. Será un momento memorable en el tiempo que me impactará por el resto de mi vida.
Foto: Caleb, segundo desde la izquierda, con su familia (su padre Richard, su hermano Joshua y su madre Gina).
Ver el éxito de la vacuna y saber que pudimos contribuir, ha sido una experiencia positiva para Caleb, Joshua y nuestra familia.
Las vacunas para niños son clave para poner fin a esta pandemia. Los niños pueden enfermarse gravemente y ser
hospitalizados por COVID (en inglés), lo que hemos visto suceder en números crecientes desde el verano.
La buena noticia es que, según los datos de los ensayos clínicos en los que participaron Caleb y muchos otros niños y adolescentes, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés) autorizó las vacunas contra el COVID-19 para niños de 5 años en adelante. Los ensayos clínicos continúan para niños de hasta seis meses de edad.
Estamos muy orgullosos de Caleb, Joshua y todos los demás niños que se han brindado para que la vacunación avance y todos puedan beneficiarse.
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