Orinarse en la cama es normal y muy común entre los niños en edad preescolar, afectando al 40 por ciento de los niños de tres años. Es mucho menos frecuente en los niños en edad escolar, ocurriendo en el 20 por ciento de niños de cinco años, 10 por ciento de seis años y 3 por ciento de doce años. De esta manera, durante los años intermedios de la niñez, es posible que los padres deseen buscar la ayuda de su pediatra en un esfuerzo por reducir o evitar que el niño se orine en la cama o la micción involuntaria.
Para que un niño permanezca seco en la noche, su cerebro debe evitar que una vejiga llena se vacíe. O una señal de la vejiga debe ser lo suficientemente fuerte para despertar al niño de su sueño y enviarlo al inodoro. Es un proceso de desarrollo neural complejo que la vejiga envíe la señal, para que el cerebro la reciba y para que el niño responda despertándose y utilizando el inodoro.
Existen muchas teorías sobre las causas de orinarse en la cama. Muchos padres temen que una enfermedad esté ocasionando la dificultad. Sin embargo, no más del 1 por ciento de casos en realidad están relacionados con las enfermedades físicas como infecciones de los riñones o la vejiga, diabetes o defectos congénitos del sistema urinario. En estos casos el niño por lo general también experimenta cambios en la frecuencia y volumen de micción en el día, o inconformidad asociada con la micción.
Sin embargo, en la mayoría de casos en los que se orinan en la cama, la causa es simplemente maduración retrasada de los mecanismos de control de la vejiga, con frecuencia relacionados con los antecedentes genéticos del niño. Estos niños son física y psicológicamente normales.
Los problemas emocionales son una causa ocasional de micción involuntaria. Por ejemplo, un niño abrumado por el estrés puede desarrollar micción involuntaria, aún cuando haya estado seco anteriormente en la noche. Los niños que han sido abusados sexual y físicamente también pueden desarrollar micción involuntaria.
La mayoría de niños en edad escolar que mojan sus camas tienen micción involuntaria primaria, lo que significa que han tenido esta condición desde su nacimiento y nunca han desarrollado el control nocturno de la vejiga. Estos niños con frecuencia tienen un historial familiar de este problema, y parecen haber heredado la tendencia por desarrollar el control nocturno de la vejiga después de la edad promedio. En la mayoría de casos el niño deja de orinarse a la misma edad que lo hicieron sus padres. Curiosamente, si un gemelo idéntico tiene un problema de orinarse en la cama, su gemelo también lo hará; sin embargo, los gemelos fraternales (gemelos no idénticos con diferentes rasgos genéticos) con frecuencia no tienen este problema ambos.
Algunas veces los padres presionan al niño para que desarrolle el control nocturno de la vejiga antes de que su cuerpo esté preparado para hacerlo. Estos padres pueden visualizar equivocadamente el orinarse en la cama como un acto intencionado y opuesto de su hijo, y de esta manera pueden intentar coaccionarla para que cambie su comportamiento. El niño se puede desmotivar y deprimir cuando continua orinándose en la cama. Por mucho que se esfuerce, la micción involuntaria va más allá de su control voluntario y puede ser frustrante y desanimarle al no poder lograrlo.
Es necesario que los padres continúen apoyando y motivando al niño que moja la cama. Deben ser sensibles a la vergüenza o incomodidad del niño con respecto a este problema. El niño puede resistirse a pasar la noche en la casa de un amigo o asistir a un campamento de verano, y puede sentirse incomodo debido a que su amigo puede descubrir esta condición. Los padres pueden asegurarle al niño que no es su culpa, y el problema mejorará con el tiempo.