Nunca castigue cuando esté enojado.
En el calor del momento, es posible que diga algo de lo que después se puede arrepentir o establezca una restricción demasiado severa. Esto nos lleva a la regla número dos...
Nunca imponga un castigo que no esté preparado para cumplirlo.
Es importante imaginar las posibles reacciones de su adolescente ante la disciplina que tiene en mente, particularmente si está en el lado de lo extremo. Ejemplo: al castigarlo por un mes por que lo encontró fumando a escondidas con un amigo. ¿Podría él desafiarlo verbalmente? ¿Escaparse de casa? ¿Se deprimiría o tendría pensamientos suicidas? Luego pregúntese a sí mismo si podría vivir con cualquiera de estos resultados. Si la respuesta es no, debe moderar el castigo. No cumplir daña su credibilidad y sirve para reforzar el comportamiento mismo que intenta castigar.
Otro punto que debe considerar: ¿Podría el castigo dañar la relación que tiene con su hijo?
Las consecuencias de corto plazo funcionan mejor.
Al decir de "corto plazo", nos referimos a castigos que duran varias horas, o varios días para faltas mayores. Castigar a un menor por un mes puede crear el escenario para que él actúe de alguna otra manera, como salirse a escondidas de la casa. Es posible que piense, ¿Qué puedo perder? Ya estoy castigado por un mes.La mayoría de los castigos pierden su efectividad si duran más de veinticuatro horas.
Castigue a la parte culpable solamente, no a otros miembros de la familia.
Ejemplo: Si toda la familia ha esperado para pasar el día fuera en bote, no permita que el hecho que su adolescente esté castigado derrumbe esos planes. Coordine que se quede en casa con un amigo o un familiar.
No utilice la culpa como un medio de disciplina.
"¿Por qué me haces esto? Creo que disfrutas en secreto torturarme".
"¿Cómo puedes salir en público luciendo así, con todos esos agujeros en tus pantalones? ¡Todos van a pensar que soy mala madre!
Si puede escucharse diciendo esas líneas, probablemente ahora mismo está sintiendo vergüenza. En general, la culpa no debería usarse como castigo. Esto a menudo no consigue los resultados deseados e incluso cuando funciona, los adolescentes (así como los adultos) lo resienten y lo encuentran injusto.
Ayude a sus hijos a aprender de sus errores.
Confrontar a un adolescente por una falta de conducta no tiene que convertirse en una inquisición. "Se debe establecer un diálogo", recomienda la Dra. Hofmann. Para que un adolescente aprenda de sus errores, primero tiene que reflexionar en lo que hizo y los motivos para hacerlo:
"Cariño, sabes muy bien que no tienes permiso de subir a un auto que lo maneje alguien que no conocemos. Y aún sabiéndolo ni a ti ni a tu amiga Jennifer les importó y aceptaron que las llevaran dos jóvenes que ni siquiera van a su escuela. Me gustaría escuchar tu versión de las cosas y por qué hiciste eso".
El siguiente paso es replantear y aclarar el problema, luego ayudarla a determinar una o más soluciones:"Así que estaban en el centro comercial y había mucho calor y no quisieron caminar a casa. Pero sabes que tienes prohibido andar con extraños. ¿Cómo crees que podrías haber manejado la situación de diferente manera?"
"Bien...supongo que podríamos haber tomado el bus. O, podríamos haber llamado a la mamá de Jen o a ti".
"Correcto. Y si el bus se hubiera atrasado o nadie podía llevarte, ¿qué deberías haber hecho?"
"Debería haber caminado".
Hay dos mensajes esenciales que se deben transmitir: Primero, todo problema tiene una solución. Segundo, su hija es responsable de su propia conducta.
Imponga disciplina de manera constante.
Establecer límites pero no cumplirlos es parecido a instalar un sistema de seguridad elaborado en su casa y no encenderlo en la noche. No estamos insinuando que la disciplina deba aplicarse como un dogma. Una de las razones por la que es importante repetir los sucesos con su hijo es porque a veces se enterará qué circunstancias atenuantes contribuyeron a la mala conducta. Pero como regla general, cuando los padres ponen un castigo al azar, están reforzando el comportamiento negativo.
Enviar señales mezcladas logra una de dos cosas. "Puede confundir al niño", explica el Dr. Tomas Silber. "Y aún peor, puede crear falta de respeto hacia el padre". Una vez establezca un límite, manténgase firme.
Esto supone que ambos padres con regularidad acuerdan en dónde marcar el límite, lo cual no siempre es el caso. De hecho, una pareja puede tener puntos de vista radicalmente diferentes respecto a una situación aislada o general.
La rutina del policía bueno y policía malo puede ser útil para hacer que los criminales confiesen en la televisión, pero es una fórmula que ocasionará problemas si la ponen en práctica las mamás y los papás. Los niños pronto aprenden a conseguir lo que quieren manipulando al padre más tolerante contra el padre más estricto. No existe una solución simple para esto, además de que se sienten juntos a negociar una lista de límites y consecuencias con las que ambos puedan vivir. Poner reglas por escrito, tal como sugerimos anteriormente, no es tanto para el bienestar del niño sino para ayudar a mamá y papá a mantener un frente unido. Si no pueden ponerse de acuerdo, considere pedirle consejo a un consejero matrimonial y familiar.
En la medida de sus posibilidades, pida la colaboración de otras mamás y papás.
Intentar dirigir a su hijo en la dirección correcta algunas veces se puede sentir como nadar contra la corriente, especialmente cuando las reglas que prevalecen en su hogar no las comparten otras familias.
Seguramente conoce a varios, si no es que a todos, los padres del círculo de amigos de su hijo adolescente. Quizás un grupo de ustedes esté de acuerdo sobre algunos lineamientos relativamente uniformes que regulan asuntos como, por ejemplo, la hora de llegada a casa, películas y videos para adultos, etc.
Pero cualquier cosa que haga, no ceda en los estándares principales de comportamiento que establezca para su hijo o hija. Le pedimos que preste atención al mismo consejo que los padres han dado a sus hijos por generaciones: lo inmortal, "Si Juan se tira de un puente, ¿significa que tú también lo harías?"
Paternidad: nunca es tarde para hacer ajustes
Si se describe como excesivamente estricto (o quizás así lo considera su cónyuge o su hijo adolescente), empiece a cambiar a un punto medio aprendiendo a elegir sus batallas.
"Los padres deben priorizar lo que intentarán controlar", aconseja la Dra. Margaret Blythe, directora de servicios médicos para adolescentes en Indiana University Medical Center de Indianapolis "No todo puede ser una batalla de poderes". No es sano ni para los padres ni para los hijos estarse dando constantemente de cabezazos.
Sin embargo, probablemente usted tenga el problema opuesto, y sea excesivamente permisivo. El papel de partidario de la disciplina no es natural en todas las personas. Ningún padre disfruta estar en el extremo que recibe las miradas asesinas y de enojo de un adolescente. Pero para las mamás y los papás que tienden a mimar en exceso a sus hijos y ahora ven las señales de advertencia de que debe hacer un cambio, deben recordar lo siguiente:Los niños necesitan que seamos sus padres primero y sus amigos después.Mantener consistentemente los límites y seguirlos hasta llegar a las consecuencias toma mayor importancia cuando los padres permisivos intentan convertirse en padres más autoritarios. Hasta ahora, sus hijos han estado acostumbrados a manipular a mamá y papá. Se puede esperar que se rebelen contra esos nuevos límites. De hecho, su mal comportamiento puede ser cada vez peor en un tiempo. Una vez que se dan cuenta de que sus padres están hablando en serio acerca de hacer cumplir la disciplina, usualmente aprenden a respetar las reglas del hogar.