Es posible que haya un componente biológico en el perfeccionismo como lo evidencia su vínculo con los trastornos alimentarios y el trastorno obsesivo compulsivo (TOC).
La información incluida a continuación se concentra en los factores medioambientales que podrían contribuir al perfeccionismo, o exacerbarlo.
Elogios inadecuados
Carol Dweck y sus colegas estudiaron los efectos que causan los elogios y las críticas sobre el desempeño y escribieron acerca de una "mentalidad de crecimiento" en comparación con una "mentalidad fija".
Mentalidad de crecimiento
Las personas jóvenes con mentalidad de crecimiento creen que su inteligencia se puede desarrollar con esfuerzo. Cuando no producen los resultados deseados no se ven como fracasados, sino como aprendices.
Las personas con mentalidad de crecimiento quieren retroalimentación porque entienden que necesitan las valoraciones de los demás para aprender a hacer mejor las cosas. Dweck escribe: "La pasión por esforzarse al máximo y no abandonar, incluso (o en especial) cuando las cosas no van bien, es el sello distintivo de la mentalidad de crecimiento".
Mentalidad fija
En contraste, las personas con una mentalidad fija (incluidos los perfeccionistas inadaptados, entre otros) creen que las personas son inteligentes o no lo son, y el fracaso demuestra que no lo son. De hecho, el trabajo arduo sugiere que no se tiene inteligencia natural. Su objetivo se convierte en evitar el fracaso a cualquier costo, ya que necesitan una retroalimentación constante que les confirme que son inteligentes. Dweck explica que las personas con una mentalidad fija ven las situaciones bajo la óptica de "¿Tendré éxito o fracasaré? ¿Me veré listo o tonto? ¿Ganaré o perderé?". Las personas con mentalidad de crecimiento se sienten exitosas cuando hacen algo que antes no podían hacer, mientras que las que tienen mentalidad fija se sienten inteligentes cuando evitan los errores.
La investigación de Dweck revela que el modo en que se elogia a un niño colabora enormemente con el desarrollo de una mentalidad de crecimiento o una mentalidad fija. En resumen, quienes son elogiados por ser inteligentes tienen más probabilidades de llegar a temer que los perciban como otra cosa (no inteligentes) y aquellos que se destacan por su esfuerzo desarrollan una pasión por el crecimiento.
Presiones académicas y un proceso competitivo de admisión a las universidades
Tanto los padres como los niños perciben que la obtención de un título universitario es importante para lograr el éxito a largo plazo y la seguridad económica. A menudo esto se traduce en presiones externas e internas no solo para obtener calificaciones altas y buenos puntajes en las pruebas sino también para armar extensos currículum vítae llenos de impresionantes logros extracurriculares. La competencia no se limita a quienes solicitan ingresar a universidades de élite. El aumento en la importancia percibida de la educación secundaria (universitaria) en toda la sociedad, así como también los costos cada vez más altos de las matrículas provocan ansiedad entre todos los estudiantes debido a la competencia por lograr la admisión y el dinero de las becas, en especial en el contexto de épocas de dificultad económica.
Sensacionalismo del éxito y el fracaso (es decir, ¿quiénes son nuestros héroes?)
Nuestra cultura venera el éxito y ridiculiza el fracaso. Los héroes de nuestra sociedad tienden a personificar un desempeño perfecto en sus ámbitos y son recompensado con los máximos signos extremos del éxito. Ya sea el atleta que más tantos marca, el artista musical que más vende o la actriz de cine más hermosa, nuestras estrellas del deporte y personalidades del mundo del espectáculo reciben muchísima atención, en especial cuando están en su "mejor momento". Cuando cometen una transgresión, los medios de comunicación rápidamente se concentran en sus problemas. Los jóvenes reciben el mensaje de que, para ser reconocidos, hay que estar en la cresta de la ola y, una vez ahí, más vale no cometer un error.
Aumento de un estilo de crianza permisivo
Los padres permisivos son muy afectuosos y apoyan a sus hijos, pero ponen pocos límites o normas, adoptando a menudo una actitud de "amigos" en vez de ser orientadores o tutores en su método de crianza. El resultado es que el control de la conducta de los adolescentes se logra, en gran parte, a través de su deseo de complacer a los padres. Lograr la perfección puede garantizar que el hijo complazca a sus padres, en especial si no está clara la definición de lo que cuenta como "aceptable".
Miedo a decepcionar
Muchos perfeccionistas tienen un intenso deseo de evitar decepcionar a sus padres, en especial si fueron criados en un entorno de crianza permisivo, tal como se mencionó anteriormente. Otros se ven impulsados por el miedo de decepcionarse a ellos mismos. Los niños que solo se perciben como valiosos cuando logran el éxito podrían sufrir de importantes disonancias cognitivas cuando intentan aceptar un fracaso o una limitación en el desempeño o en sus habilidades. Como resultado, buscan el perfeccionismo como medio para evitar la decepción a toda costa.
Aplicación de criterios profesionales a la crianza personal
Algunos padres muy bien preparados para el mundo laboral aplican los mismos criterios de eficiencia, productividad y desempeño a la vida familiar. Cuando esto ocurre, los éxitos o reveses percibidos de sus hijos se convierten en marcadores del éxito de los propios padres. Esto podría intensificar el estrés de los hijos, ya sea en forma directa, a través de la presión de los padres o a través de su propio impulso de complacer a los adultos.
Deseo de no añadir estrés a los padres estresados
A veces los adolescentes sienten una intensa necesidad de proteger a un padre o una madre a quien perciben como estresado. Es posible que los hijos cuyos padres sufren por traumas, enfermedades o un divorcio intenten ser hijos perfectos. Puede que mantengan sus propias ansiedades y conflictos como grandes secretos, siempre mostrando a sus padres su mejor cara. Los padres que expresan explícitamente a sus hijos el sentimiento de estar abrumados o que confían excesivamente en sus hijos como si fueran sus confidentes y les hablan de problemas de adultos podrían exacerbar el problema mencionado.