“Susan tiene casi tres años y todavía usa pañales... Hmmm. Yo a todos mis hijos los había entrenado para cuando tenían dieciocho meses y ya ni siquiera mojaron la cama después de eso”. ¿No le gustaría que le dieran siquiera una moneda de cinco centavos cada vez que escucha un comentario como este?
Hay probabilidades de que si usted ha estado sujeto a comentarios como ese, estos comentarios provengan de un miembro de una generación mayor a quien le tocó ser papá o mamá en un tiempo en que el entrenamiento para el baño cuando los niños estaban aún muy pequeños era algo popular. Es fácil que los adultos que tienen hijos ya crecidos olviden la gran cantidad de accidentes y regresiones que seguramente ocurrieron después de tal entrenamiento.
También es cierto que el entrenamiento para el baño tenía una definición diferente en aquel tiempo comparado con la forma en que lo vemos ahora. A los niños de un año de edad los ponían en la bacinica después de las comidas, por ejemplo, y los mantenían ahí hasta que evacuaban. En algunos casos, se usaban métodos mal aconsejados como enemas, castigo físico, avergonzarlos y hasta atar al niño a la bacinica para asegurarse de que evacuaran antes de salir del baño. Tales procedimientos se basan en condicionar y no en aprendizaje real: más como adiestrar a una mascota que ayudar a un niño a lograr controlarse a sí mismos. Aunque es posible que el niño de un año de edad eventualmente haya aprendido a realizar la conexión entre sentarse en la bacinica con el acto de orinar o de defecar, el éxito dependía de que el adulto notara que era momento de usar la bacinica, al colocar físicamente al niño en ella y mantenerlo ahí hasta que evacuara.
Las otras destrezas que un niño con entrenamiento total para el baño debe adquirir (la habilidad de reconocer su propia necesidad de usar el baño, esperar hasta que ubique un inodoro, bajarse los pantalones y sentarse el tiempo suficiente para tener éxito) dependen de los desarrollos cognitivos, emocionales y fisiológicos que usualmente emergen solo después de la edad, aproximadamente de dieciocho a veinticuatro meses.
La verdad es que las suposiciones más populares acerca de la mejor edad para realizar el entrenamiento para el baño -en este y la mayoría de otros países- depende más de las necesidades, deseos y actitudes culturales de los adultos que en la preparación de un niño típico para controlar sus funciones fisiológicas. En muchas culturas africanas y sudamericanas, en donde las mamás y los bebés permanecen casi en constante contacto físico y los bebés no usan pañales, las mamás “entrenan” a sus bebés desde el nacimiento al ponerlos encima de cualquier lugar en donde ellas deseen que los bebés evacuen hacia el momento en que ellas sientan que el niño está a punto de evacuar. En Finlandia y otros países del norte de Europa, a los niños tradicionalmente se les coloca en el inodoro de entrenamiento después de tomar su alimentación desde la etapa de la infancia en adelante, y si sucede que el niño orina o defeca mientras se mantiene ahí, se le elogia.
Una razón por la que el entrenamiento para el baño se iniciaba usualmente durante el primer año en los Estados Unidos hasta hace poco es que este reducía la carga de trabajo de la persona encargada de brindar cuidado el niño, quien tenía que limpiar muchos pañales de tela a diario. El entrenamiento para el baño a tan temprana edad aún es común entre familias para quienes los pañales desechables o un servicio de suministro de pañales representa un gasto mayor o quienes, desafortunadamente, dependen de un centro de cuidados infantiles o centro preescolar que ponga en práctica la regla de cero pañales.
En términos generales, es poco probable que iniciar el entrenamiento antes de los dieciocho meses cause algún daño, siempre y cuando sus expectativas para el desempeño de su hijo sean realistas y no haya castigos ni abuso implicados. Pero los expertos en desarrollo infantil consideran ahora que el entrenamiento para el baño funciona mejor para la mayoría de familias si se puede retrasar hasta que el niño esté listo para controlar gran parte del proceso por sí mismo. Los niños menores de doce meses no solo no tienen probabilidad alguna de estar listos en términos de control de la vejiga y de los intestinos, sino que tampoco cuentan aún con las destrezas físicas necesarias para buscar el inodoro y quitarse la ropa a tiempo.
También existe la cuestión de la preparación emocional: El deseo de usar un inodoro, una actitud positiva hacia el proceso de entrenamiento, y la habilidad de manejar cualesquiera temores relacionados con el baño forman parte de la preparación emocional, y es posible que no ocurran sino hasta la edad de dos, tres o cuatro años, o bien, pueden aparecer y desaparecer a medida que crece su hijo. Sus habilidades verbales, que le permiten aprender por medio de la conversación y la instrucción, así como a expresar cualquier temor o ansiedad que surja, posiblemente comiencen a expandirse rápidamente solo hasta los dos o tres años de edad. Incluso la sensibilización social que motiva a algunos niños a imitar el uso del baño que hacen sus hermanos o compañeros de juego, aumenta de forma constante hacia los años de la infancia y al entrar a la edad preescolar.
Cada uno de estos aspectos de desarrollo ocurre en diferentes momentos para diferentes niños y usted es el mejor juez sobre en qué momento su niño ha adquirido lo suficiente de las destrezas físicas, sociales, emocionales y cognitivas necesarias para iniciar el entrenamiento. Usted u otros miembros de su familia también pueden descubrir que ustedes mismos están mejor capacitados para manejar el proceso de entrenamiento en algún momento que en otro, un periodo en que usted no se sienta particularmente estresado, cuando tenga tiempo de descanso o cuando no prevea mayores cambios en casa.
Debido a que las fluctuaciones del desarrollo de su niño y la situación de su familia son imposibles de predecir, es mejor evitar suposiciones en cuanto a que su hijo comenzará el entrenamiento en cierta edad. En lugar de ello, considere adoptar el enfoque de preparación: leyendo acerca de los signos reveladores de cuando el niño está preparado, buscándolos en su niño, y solo entonces comenzar con el entrenamiento, sin importar la edad de su hijo.
En general, cuanto más espere antes de iniciar el entrenamiento para el baño, probablemente más fácil y rápido será el proceso debido a que su niño se habrá vuelto más autosuficiente. Aún así, hasta los niños pequeños pueden aprender a usar el inodoro de entrenamiento con bastante facilidad durante los periodos en que su negatividad natural ha cedido en alguna medida y se encuentran altamente motivados para aprender.