"¿Con qué frecuencia debo amamantar a mi bebé?" es una de las preguntas más frecuentes que las mamás nuevas hacen. La respuesta simple para esa pregunta es: "con tanta frecuencia como él lo desee".
No espere hasta que su bebé llore para amamantarlo. Llorar es un signo tardío de hambre. Le indicará su deseo de que lo amamante mucho antes de llorar lamiéndose los labios, haciendo movimientos de succión, buscando (moviendo su cabeza alrededor en búsqueda de su seno), pataleando e inquietándose, o estando más alerta. Su bebé puede darle esas señales tan a menudo como cada hora aproximadamente en los primeros días después del nacimiento.
No tardará más de dos a tres horas durante el día o cuatro horas en la noche sin una toma. Aunque tenga que despertarlo, asegúrese de que reciba de ocho a doce tomas en cada período de veinticuatro horas. Si al principio no se alimenta hasta que lo despierta, espere media hora, despiértelo e intente de nuevo. Algunos bebés se alimentan aún cuando no están bien despiertos, por lo que no tiene que despertarlos completamente.
Pronto se familiarizará con el estilo de amamantarse de su bebé, activo y ansioso, adormilado y soñoliento o concentrado y atento. Mientras tanto, anímelo a comer tanto como sea posible en cada toma. Manténgalo en su seno mientras esté succionando activamente. Separar a un bebé que está succionando de su seno antes de que haya terminado o permitir que se duerma poco después de haber empezado a amamantarse, puede descontrolar el ritmo de la lactancia materna de suministro y demanda.
Amamántelo hasta que parezca estar lleno (en este punto probablemente se separe de su seno por sí solo). Tenga en cuenta que entre más tiempo amamanta a su bebé, mayor es el contenido de grasa en la leche que está tomando. Poco tiempo después, los períodos programados para amamantarlo no le darán la oportunidad de disfrutar todos los beneficios de su leche materna y puede dejar sus senos llenos de leche, lo que la hará sentir hinchada e incómoda.